viernes, 26 de junio de 2009

Recuerdos en un parque a medianoche...



Yo le digo a Angie que no quiero hablar más de él, que lo mejor es que ella vuelva a ser la enamorada tan apasionada que solía ser antes de conocerme y que quizá le debería dar una oportunidad a ese tipo que me odia por estar muy unido a ella. – Pero ya no siento que lo quiera como antes… Me responde mirándome a los ojos y prosigue… - Prefiero estar contigo caminando, me siento más libre y dichosa… Le respondo que yo sólo soy su amigo (Una mentira que me negaba aceptar) y que debía aclarar lo que realmente siente sobre su antigua relación.

Angie que es una muchacha muy linda, agacha su cabeza mirando el suelo como buscando un pequeño agujero donde poder esconderse. Quisiera abrazarla, decirle que olvide su pasado y que me quiera tanto como yo la he comenzado a querer, pero el tonto que hay en mí sólo sirve como resorte cuando la pena me empuja y yo la voy lanzando a lugares distintos, es por eso que jamás le diré a Angie que lo que siento por ella se ha vuelto tan diferente a lo que era en un principio, que ya no la veo como la colega divertida que se sonrojaba al verme llegar, ni tampoco sabrá que he soñado muchas veces conque la beso en aquel parque donde siempre nos escondíamos.
Quisiera irme de viaje contigo… me comenta y yo sin saber qué decirle sólo le respondo que se aburriría demasiado. No lo creo así, porque jamás me he sentido aburrida ni un minuto contigo... Ella sabe que me iré de viaje por un tiempo a Cusco, me da a entender que la abandonaré en medio de su tormenta personal y me advierte medio en broma y medio en serio que no me vaya a meter con alguna gringa, que debería portarme bien y que no la decepcione, yo le prometo tantas cosas que sé que nunca cumpliré por el simple hecho de que estando solo soy tan diferente a lo que ella me conoce, porque Angie me subestima mucho al pensar que soy bueno, una de las mejores personas que ha conocido y todo por esa ceguedad que tiene en los ojos, porque bueno no podría serlo nunca, ya que alguien que se sumerge en la tristeza del abandono solamente sirve para quedarse solo para siempre.

Yo la abrazo y le digo que es mejor que ella se quedase, que pensara bien las cosas y que lo haría mejor alejándose un poco de mi persona, además su familia no la dejaría irse de viaje con un hombre a solas y menos no sabiendo nada sobre mí, pero a ella no le importa y me dice que las excusas no le faltarán para que la dejen ir. Ya no le insisto mas sobre eso porque en el fondo sé que eso nunca sucederá. Es casi medianoche y con Angie seguimos paseando por los alrededores de su casa, intercambiándonos datos y momentos que hemos vivido por nuestra cuenta, me habla de sus relaciones amorosas, del abandono de su padre al nacer, sobre las peleas con su madre y como es que hace mucho tiempo que no llora, todo me lo dice con un desconsuelo y a la vez con una calma que sólo hace que quiera abrazarla mucho más. Yo le cuento sobre mis amigos, sobre el trabajo, sobre las torturantes relaciones que he sostenido, le relato la primera vez que me enamoré, le cuento del avión de Lucy partiendo sobre mi cabeza y como es que las manos de Fernanda son las más lindas del mundo... Ella muy atenta me escucha y sólo a veces me interrumpe para decirme como el rostro me cambia cuando menciono esos nombres. Yo le digo que si me hubiera visto un año antes se sorprendería aun más. Luego reímos y me pide que por favor nunca la olvide, yo estoy seguro que nunca lo haré, además tenia sus fotos en mi celular y eso me haría recordarla mucho, Angie me dice que eso es verdad y me comenta con una alegría muy tierna que ha puesto nuestra foto donde nos cubrimos los rostros con las manos como su saludo de inicio y por eso cada vez que despierta me ve escondiéndome de todos.

Ya es tarde, ella tiene que volver a su casa y yo no tengo que volver a ningún lado, mi hogar seguirá en el mismo sitio y los amigos y el tiempo darán sus vueltas volviendo todo tan diferente a mi alrededor, realmente soy un tipo sin lugar ni destino donde ir, quiero decirle a Angie que me acompañe a dar unas vueltas más por el parque, quisiera decirle que su cabello me sumerge en un estado sonámbulo con que poder soñar un ratito, son tantas las cosas que le tendría que decir y sin embargo me quedo en silencio, pensando que ella seria más feliz alejada de alguien que no está seguro de querer tener una relación y poder entregar lo que una mujer busca, porque simplemente no soy capaz de devolver mis cenizas por aquel río donde transita mi destino. Por eso sostengo la mano de Angie y le prometo que cuando regrese le contaría muchas mas historias que aun no le he contado, ella que no sabe qué decirme solamente sonríe y me pide que vayamos a su casa…

En el camino cada uno separado levemente, observando las sombras desdibujarse en el suelo, no decimos mi una palabra, nos hemos quedado sin mentiras ni verdades que decir, quizás Angie en el fondo me hará caso y regresara con ese tipo que me odia y yo seguiré negándome que ella es la muchacha que me hace querer ser un poco diferente y así poder quererla como me niego a querer…

jueves, 18 de junio de 2009

Te quiero en este instante y en el otro tambien...



- Te quiero mucho – Dijo el muchacho
- Yo también – contestó la muchachita..
- Pero algo me dice en el fondo que no estaremos juntos…-

Cuando el muchacho terminó de repetir esa última frase empezaba a entender el rumbo de todo, empezaba a entender por qué ese día en Lima parecía llover y entendía perfectamente que a la larga se quedaría solo… Ella tenía los ojos desviados a la nada, tenía un semblante como si estuviera perdiendo algo importante y se lo decía sus sentidos, lo decía su boca mientras el muchacho la miraba pensando en abrazarla o irse de ese quinto piso rojo.
Empezó a recordar cómo es que habían llegado hasta ahí, cómo desde ese parque se habían encontrado yéndose por Miraflores con esa garúa que había mojado todas las calles mientras el frío iba despeinando los cabellos y ninguno de los dos mencionaba palabra. Él la quería desde hace mucho y ella también… Él estaba dispuesto a exponerse y a ceder parte de su orgullo para quererla, pero ella no, la muchacha no tenia las fuerzas para enfrentarse a su entorno que la alejaba de ese muchacho que tanto quería.

Cuando llegaron al local donde todos los conocían, donde estudiaban y en el fondo odiaban por haberse conocido ahí. Lo primero que hicieron fue ir a ese quinto piso donde casi nadie transitaba y se habían mirado tanto y habían pronunciado esas palabras y tantas otras mientras la tristeza les empujaba a marcharse sin poder hacerlo…
Ella lo abrazó, el muchacho quería separarla de su lado, quería marcharse porque a la larga los dos se irían, a la larga todo acabaría y eso a él le dolía tanto y a la vez lo calmaba porque eso sólo significaba que todo volvería a la normalidad con él, otra vez se quedaría solo porque en el fondo siempre seria así, siempre alejaría a todos de su lado, siempre buscaría su rincón y más en ese invierno que el esperaba siempre… Quería decir tantas cosas, tantas… pero la muchachita seguía abrazándolo diciendo palabras que él guardaba cuando todo fuera un recuerdo, cuando en unos meses haya salido el sol y todo esto acabe, porque… “La eternidad no existe”, “Porque el amor es infinito hasta que acaba”, “Porque no todo lo que se ama es el amor” …Tantas cosas que el muchacho sabía y que odiaba saber porque no le servían de nada ahora y estaba seguro que algún día lo escribiría en alguna hoja por ahí… Y ahora él le respondía el abrazo y de golpe logró apartarla con un cansancio que sintió que la mitad de su espíritu se le iba con ese alejarla de él… La muchachita lo miraba con sus ojos tristes y él empezó a recordar cuántas veces había visto esa mirada a lo largo de su vida? Y es más… había visto esa misma mirada en el espejo todas las mañanas y quería decirle que no lo mire, que le hacia daño y ella que repetía su nombre y entonces como si el invierno con esa garúa estuvieran dentro de él empezó a helárseles las manos y sin pensarlo (o quizás lo pensó mucho) la besó… Cuántas veces había querido besarla así? Cuántas veces ella se lo había dicho con su mirada y con sus celos que quería eso. Pero ahora se besaban mientras en los pisos de abajo esas personas ajenas a ellos entraban a sus salones o se marchaban mientras ellos dos seguían queriéndose…

Hace mucho que el muchacho no se sentía así de triste y en parte feliz, hubiera querido cambiarse de nombre, llamarse como cuando era un niño, no hacer de ese instante una despedida, no, el muchacho quizás podía luchar por ella, exigirle que se enfrente a todos, que él la acompañaría, que la necesitaba y tantas otras cosas más que mientras su labio jugaba con los de ella en el fondo se daba cuenta que nada le quitaría esa tristeza que acabaría y acabaría con su día. Cuántos vinos tomaría después de eso? Cuántas caminatas le tocaban esta vez? Sus amigos no le entenderían, ni siquiera ella lo haría porque para la muchacha ese muchacho tan extraño no estaba en sus planes cuando había organizado su vida, no había caído en la cuenta encontrarlo y enamorarse así de quien no se debe enamorar. Y los dos pensaban en eso mientras el beso se prolongaba en esa noche que subía más y la garúa que parecía lluvia hacia un sonido en las ventanas mientras el muchacho por un momento pensó que era una de las mejores noches en años y aun así sintió pena…
Luego de eso ellos bajaron al mundo con los demás, hablaban con sus compañeros como si no hubiera pasado nada mientras por momentos se miraban con ansiedad y cariño, hasta que decidieron despedirse de todos y se fueron de ahí pero al llegar a la esquina vieron todo tan inmenso y mojado que sin decir palabras se tomaron de la mano y volvieron al mismo lugar pero en vez del quinto piso buscaron un rincón que nadie más conocería y que el muchacho no lo diría jamás… Ahí la muchachita cerraba los ojos y decía su nombre mientras él la miraba como tomándole miles de fotos con sus ojos y la besaba buscándola en la oscuridad con las manos y ella buscaba las suyas para perderse entre sus dedos reclamándole mas palabras… reclamándole que tenían tiempo hasta que sus padres la llamen y tenga que volver, y el muchacho por dentro pensaba… Cuánto daño se harían así después? Cuánto sufrirían cuando todo esto acabe y tengan que marcharse… Por eso siempre se acercaba a su oído diciéndole que la quería… “Te quiero muchachita…” Y ella cerraba los ojos como queriendo que el tiempo no buscara a sus padres para sacarla de ahí… “Siento como si hubiera estado dormida y no quisiera despertar” dijo la muchacha mientras el muchacho repetía todo el recuerdo en su mente…

Los dos abrazados en esa pared semioscura dándose cuenta que ya era la hora, que el tiempo es cruel y que el amor nunca sale ileso de nada. Se marcharon de ahí mirándose de reojo… En Lima seguía la garúa con fuerza y ellos caminaron lentamente al paradero de ella, antes de partir el muchacho le tomó una foto con el celular y ella se fue dándole otro beso…
De camino a su casa el muchacho que en el fondo se llamaba “andrés” pensaba que nunca había sentido una garúa tan fuerte sobre él y se encerró en su cuarto pensado que algún día escribiría sobre ella con su verdadero nombre y luego sólo como una letra, hasta terminar de escribirle por ultima vez con el sobrenombre de “Muchachita” y se río tristemente mientras buscaba en la oscuridad un huequito donde perderse para siempre o hasta que la garua pare, en fin… lo que sucediera primero…

jueves, 11 de junio de 2009

La tristeza tiene ojitos cafés



Ese día mi madre me dijo que me vistiese elegante para la primera comunión de mi primo, yo no comprendía porqué tenia que ir, casi no tenia relación con ese primo y hasta recuerdo que varias veces él me ignoró por ser cinco años mayor que yo. Pero mi madre ya había hablado y a mí lo único que me quedaba era vestirme con mi pantalón azul y una camisa de botones claros… Se puso los zapatos para ese tipo de ocasiones y su padre lo llamó para peinarlo de la misma forma de siempre con el cabello al costado derecho formándole un pequeño moño en la parte de adelante que le daba un toque a niño bueno.

En el camino iba pensando en buques de guerra…. No sé porqué siempre en mi mente aparecían buques inmensos. El camino era largo, mi tía vivía a una hora de surquillo cruzando las casas coloridas hasta llegar a árboles y pistas de tierra, todo era tan diferente a mi barrio, en especial en ese aire impregnado a campo viejo… Pero ese día era la primera comunión del primo y otra vez se dirigían a ese lugar, quería que el tiempo pasase rápido casi como un cerrar de ojos … Ya en la casa de la tía todo andaba muy tranquilo, hasta que la sala se llenó de muchos adultos empujando a los niños al patio, eso le molestó mucho a Ronald (El primer nombre de andrés) porque ahora no podría sentarse y pensar en sus cosas, sino que tendría que dar vueltas por ahí en pleno pasto.

Fue cuando observó a un grupo en el patio dando vueltas, entre ellos sus hermanos, su primo, otro niño y una niña que se encontraba de espaldas hacía él, cuando Ronald se acercó como invitándose a jugar solo, aquella niña volteó diciéndole: “Encantado” y le dio un pequeño golpe en el brazo y se fue corriendo con una sonrisa infinita en ese momento… No podía creerlo, era como si en un instante todo hubiera cambiado dentro de mí, quién era ella? por qué el juego de un tiempo a otro se había vuelto un puente para saber que existe alguien que me hace dudar sin saber de qué dudo. Cuando estaba a punto de buscar una respuesta, mi hermano me recriminó a que juegue o que me largue, yo no sabia cómo reaccionar, entonces todos empezaron a gritarme que me apure y fue en ese momento que los perseguí, pero realmente no perseguía a nadie, sino que necesitaba acercarme a esa niña que me había tocado y cuando por fin la alcancé, ella me sonrió y no sé por qué su piel blanca y esos ojos cafés me dejaron sin pensamiento, así que ella escapó y lo único que me quedó fue volver a perseguirla… Era la primera vez que Ronald sentía tanta curiosidad por alguien, y más por una niña. Cuando intentaba recordar las veces que su corazón había latido tan rápido sólo conseguía sentir una ansiedad y un vacío muy grande, quiso detenerse pero no podía, quiso llamarla pero no sabia su nombre, rogaba porque todos se fueran y sólo se quedaran ellos dos y mientras mas dudas se le acumulaban lo único que quería responderse era el por qué sentía estas cosas… Era muy extraño, en mis ocho años de vida, jamás me había sucedido esto, ella no era igual a los demás, no era como mi hermana ni como mi prima, no era como la vecina de mi casa, ni las niñas del colegio, no era igual a mí pero necesitaba que esté a mi lado aunque sea por un instante, todo se volvía tan complicado, pero tuve que disimularlo bien porque sino todos se darían cuenta… Cuando el juego terminó, Ronald se acercó sin motivo hacia ella… Ese silencio incomodo que se apoderó del instante fue tan largo que pude haber dado miles de vueltas por el mundo y seguir ahí. Pero gracias a Dios que el hermano menor de ella comenzó a contarme de su casa, de su perro, de tantas cosas que ella le pedía que se calmara porque no se le entendía y fue ahí que poco a poco los dos comenzamos a reírnos por lo gracioso de la situación. Cuando él se fue a buscar a su mamá dejándonos solos, yo le pregunté su nombre y ella me respondió que se llamaba Jessica… “Jessica”. Lo habrá pronunciado mil veces en su mente mientras ella sonreía contándole que tenía siete años y juntaba sus manitas moviéndose levemente de un lado a otro. Ronald no podía soportar tanta ternura, tanta emoción y más cuando ese nombre sonaba a dulce de algodón para él. Poco a poco empezó a observarla detenidamente, desde sus zapatos blancos hasta su casaca térmica roja con capucha donde su cuello se escondía dejando su rostro blanco con esos ojos cafés tan importantes en ese momento que no existía nadie mas (Años después andrés se dio cuenta que los ojos cafés eran su más grande perdición). Ella lo miraba preguntándole sobre su colegio y él le respondía con muchas historias que a Jessica le parecían muy divertidas… Recuerdo que toda la noche estuve a su lado, queriendo no perderme ningún detalle, ningún gesto, ya no me importaban ni las bromas de mis hermanos, ni que el cielo esté oscuro, quería decirle muchas cosas pero no sabía qué… La noche descendió con más fuerza oscureciendo el patio completamente, las estrellas parecían puntitos inútiles sobre el cielo mientras en la casa todos los adultos bebían discutiendo sobre un sin fin de temas. Mientras en la ventana Ronald y Jessica miraban a todos y ella le señalaba a su mamá y él le sostenía su dedito para señalarle a la suya, era todo extraño, por mas que ya era tarde y todos los menores ya se encontraban durmiendo, fue por eso que cuando la mamá de Jessica se dio cuenta que ella aun estaba despierta la llamó diciéndole que mejor se acostara un rato y que por la mañana ya se irían a casa con más tranquilidad… Ella se despidió de mí no sin antes decirme que temprano buscaríamos gorriones. Se fue y yo aun permanecía inútil en esa ventana, pensando muchas cosas y a la vez con una tristeza que no podía explicar, así que me senté en el patio observando los árboles inmensos, descubriendo en la soledad que a veces dan ganas de estar triste sin saber por qué. Luego de mucho tiempo de estar ahí sentí que alguien me llamaba, era el hermanito de Jessica que me decía ella estaba mal, yo no le entendía bien, pero él insistía tanto que nos fuimos al cuarto. La vi a ella con sus ojitos cerrados y respirando levemente, al voltear su hermano había desaparecido, cuando quise ver lo que le sucedía fue ahí que le toqué sus labios y no vi nada, quizás se había confundido, quizás era una pesada broma, pero no importaba… Ronald estaba hipnotizado, temblaba y seguía con sus dedos paseando por sus mejillas, tocando sus ojos hasta que ella los abrió… Me miraba en silencio, sin decirme nada, mientras yo permanecía con mis manos en su rostro y no sé cuánto tiempo estuvimos así, sin pronunciar palabra, sólo mirándonos a los ojos, hasta que yo sin pensarlo le pregunté: “Estas bien?” y ella me respondió “sí”. Le sonreí acercándome a ella y la besé… Era su primer beso y no supo porqué lo hacia, fue como un impulso, como si fuera lo único que podía hacer en esa noche y ella le respondió con tanta ternura que años después Ronald siendo andrés lo recordaba en silencio con nostalgia, como si la palabra amor hubiera nacido desde una niña de siete años con su casaca roja y ojos cafés… Luego en silencio me fui al otro cuarto donde dormía mi hermano y me acosté pensando en ella hasta que el sueño me venció. A la mañana siguiente al despertar me di cuenta que ya todos se habían levantado, lo primero que pensé era si es que había soñado todo, cuando por fin aclaré mis ideas, me levanté violentamente y fui a buscarla, pero nada, la busqué en la sala, el patio, la cocina y nada, no había rastro, mi desesperación era tan grande que le pregunté a mi primo por ella y él me respondió que se habían marchado muy temprano. Sentía como si en mi pecho algo hubiera estallado, mis manos temblorosas las flotaba mientras todo iba perdiendo sentido, quería irme, así que le insistí a mi mamá para marcharnos. En el bus de camino cerré los ojos recordándola y la tristeza se alzaba hasta hacerme dormir nuevamente… Desde aquel día Ronald pensaba en ella todos los días hasta que los años pasaron y él se volvió en andrés y a pesar que ya no recuerda cuánto duró el beso, ni la hora, ni siquiera en qué día sucedió, lo único que le quedó claro es que no la volvería a ver y que ella seria una niña para siempre…

jueves, 4 de junio de 2009

La tristeza del frio y tiritando...




Era una noche fría, demasiado fría para no sentir tristeza mientras iba caminando por esa calle oscura de Miraflores.

La dejaba de querer… no… la estaba dejando de querer… Y por eso andaba por ese camino a verla, tocarla y decirle tantas cosas que daban vueltas en mi cabeza… Otra vez… Iba yo diciendo, tratando de pensar que tenía otra despedida entre mis manos y quería que todo fuera diferente. Cuántas despedidas iban? Cuatro? Cinco? …? Cuántas despedidas habían salido de mi boca pensando que la soledad era muy fuerte en mí?.
La estaba dejando de querer… Y yo había luchado en los últimos días para que no fuese así, había cedido, callado y hasta corrompido mi sinceridad para quedarme con ella y pensar en un futuro de mas tiempo que me demuestre que puedo ser como los demás, acaso tenia algo de malo? Acaso alguna vez iba a querer infinitamente a alguien que estaba a mi lado? No… parecía que no… Además porque el infinito no existe, el infinito sólo es una excusa para prolongar la felicidad sabiendo que eso jamás podría ser…

Intentaba recordar la primera vez que la vi, la primera vez que me sonrió pronunciado mi nombre como si fuera lo más importante para ella… Me viene a la mente cuando la buscaba en esa esquina esperando que me sonriera mucho y yo estaba fascinado porque estaba volviendo a querer, miraba sus manos, sus cabellos, su aire… No quería nunca hacerle daño, no, yo jamás seria como esos que celan o que engañan sin ningún remordimiento, la querría porque no podía hacer otra cosa por ese cariño que crecía en mí… Mientras voy navegando en cada uno de esos detalles, la desolación me cubre completamente como la pequeña garúa que caía, miraba las calles, los autos pasando uno a uno a la lado mío y su casa aun mas lejos, tan lejos que yo daba mas vueltas para no llegar aun.

Me sentía triste, demasiado triste para no dejar de ser como soy… La dejaba de querer… sí, aun la quería, pero era un querer que se agotaba, que tenia un filtro y no podía ser bordado con nada, por eso era mi caminata, por eso era ir a buscarla diciéndole “adiós” en otras palabras, diciéndole desde mi cabeza que quería recordarla aun teniendo ese pequeño cariño para que en mi futuro ella fuera recordada aun queriendo… Sé que nadie me entendería, sé que todos me culparían por voluble, charlatán y cruel… Seguro mis amigos me dirían que era un idiota, que jamás sería un tipo normal y que es mejor intentar haciendo sufrir que dejarlo todo como un cobarde… Me sabia esas charlas como un guión recién aprendido, como sabia también las miradas insidiosas cuando me preguntaban mi edad y cuanto era el tiempo máximo que había durado con una chica? Quizás era verdad todo eso, quizás era un cobarde para intentar y dar todo lo posible para seguir una relación, pero yo prefería mil veces seguir con el poco cariño que tenia para que dentro de mí sea para siempre en vez de agotar todo secándolo hasta que el rencor se alce y mate todo dejándolo desierto, no… me dolería mucho ya no sentir nada, que cuando la recuerde ya no sienta ni pizca…

Llegué a la misma esquina del poste semioscuro de frente, ella llegaba por el lado derecho mirándome fijamente, mientras yo con las manos en los bolsillos de mi saco jugaba con mi encendedor como un niño con miedo.
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Nos fuimos caminando… “…Cómo estas? Qué has hecho?...” “…Bien…” “…Abrázame…” “…Quiero hablar contigo…”
La noche se volvía aun mas fría, las calles casi húmedas volvían a mi vista un poco nublada, todo era una desolación, el vacío en mí se agrandaba… Cuántas veces había sentido eso? Cuántas veces mas iba a sentirlo? Iba yo pensando mientras ella me miraba con el mismo desconsuelo preguntando lo común… “…Acaso me engañaste? Quieres a otra?...” Y yo a todo respondía… “…No no no…” Y quería abrazarla con el cariño que me quedaba… “…Jamás te haría eso, soy yo? Acaso no me conoces, soy yo…” “…No ya no te conozco porque ya no me quieres…” Y la tristeza dejó de ser tristeza… La tristeza se puso mi nombre y sólo tenia ganas de cerrar mis ojos un rato… “…Es mejor así…” “…No, no lo es porque tú ya no me quieres…” Y esas palabras eran lo peor para mi noche, esas palabras me dejaban abandonado a mí, quizás el abandono de verdad vive en las palabras de quien las pronuncia, quizás las cosas establecidas son todas mentiras…

“…Te acompaño…”, “…no, déjame sola…”, “…Jamás te haría daño…”, “…Lo sé, pero es mejor que te quedes aquí y me veas irme…”

Fue así que me quedé en silencio con esa garúa que quería imitar una lluvia, con ese cielo nublado que me cegaba poco a poco… Cuántas veces lo mismo? Me decía en vos baja, Cuántas veces me he copiado para quedarme solo viendo como se va alguien que quise mucho… Nunca pude jugar sucio ni mentir ni engañar y sin embargo me quedaba ahí solo, otra vez solo, acaso jamás habría un infinito para mí…? Y al decir eso me reí un poco sabiendo que era improbable que así sea, que habían muchas cosas que dificultaban mi forma de ser… como el escribir, vestirme casi siempre de negro y en especial al saber que… El amor es infinito hasta que acaba… Cuántas veces había escrito y repetido eso? Muchas creo… y me volví a casa triste y con frío…