martes, 29 de diciembre de 2009

Hubieron caminatas azules sobre suelos mojados...




El aparato dejó de sonar, esa ausencia del sonido me ahoga mientras pongo el café a lado de mi mesa. Hace tanto tiempo que dejó mi teléfono de hacer ese ruido, no volvió un mensaje a demostrarme lo que antes fuimos… Mi orgullo se desliza por contradicciones de querer y no quererte, de que nos fuimos y de la nada me importas más de lo que deberías importarme... Mi orgullo te rechaza, te aleja cien veces de mis manos, se acumula por el olvido donde antes dabas vueltas mientras me culpabas de ser tan perfecto. Es por eso que el maldito teléfono lo guardé en el bolsillo y no pronuncié más tu nombre, no tecleé para atrás las caricias que nos faltaron, porque si paseo donde antes es porque no te necesito, y si no lo hago es porque no fuiste importante, porque el maldito timbre se volvió a perder de la nada, Qué nos paso? Qué ahogo tú silencio imitando el mío?

Volví a quedarme en silencio y transparente y no pude pensar que lo único que queda es este vacío hondo, esa carencia de unos brazos unidos, el beso en la boca con esa fragancia inquieta, con ese carácter tuyo que me enternecía al extremo de pensar que la lluvia no es tan triste después de todo. Pero no, aquí hay que dejar las cosas en claro, hay que pedir otra botella de vino para que sea nuestra continuación de aquella noche cerca de donde no quisimos tanto, donde yo era una canción repetida y tú un disco que siempre dio la vuelta por todas las calles, por todas las avenidas, por todos los lugares con árboles en forma de fantasmas ebrios. Porque así quizás ahora sí te pueda recrear un final distinto, uno de esos finales donde todo es tan incierto y extraño. Porque tú… mira no tienes el derecho a nada, tú que siempre pensaste que la quería a ella y que la otra es mi compañía de las noches, la acumulación de sabanas cortas. Y tú… tú siempre echándome la culpa de los errores que cometimos desde el momento que nos besamos por primera vez, por eso tus celos eran una lanza que me ahogaba en tus ojos separándonos lentamente y tú… y tú con él (Que ni sé si existe), tú con su abrazo pretendiendo que así eres feliz, que eso es mejor a quedarte sola, que es lo que debe ser y la costumbre es tan fuerte que es mejor estar en esos ordenes que al miedo a comenzar algo nuevo, pero miedo a qué? Acaso miedo a lo que no puedes.

Y yo… y yo pensando en ti como tú me piensas, y tú... que no soportas eso, que te encierras porque piensas que no te quiero y así es mejor ahogar un sueño que detestas todos los días con la ultima pagina del cuento que te envié.

Tú con él y yo con la soledad en forma de brazos y cabellos largos… Y tú con él... y yo con alguna compañía que no conozco y que ni me conocen realmente cuando hablo de la luz, sí, porque comento de las imágenes, del amor y su odio, de ese tragaluz de la inocencia y que las personas solo existimos por casualidad. Entonces me miran, no comprenden mis palabras, se aburren, diablos qué hago aquí? Maldita sea la luz de Lima que me ahoga mientras te recuerdo, mientras la de a mi lado me pregunta en qué estoy pensando. En nada – respondo- En nada? – me responden (o quizás es una respuesta) – En nada!!! Y por eso me aniquilo pensando dónde estas? Duermes con él? Y yo que me quiero ir a casa mientras ella me pregunta: Qué me pasa? No es nada – respondo – Nada? – me pregunta (o quizás es una respuesta). En nada!!! Y las continuaciones son un asco, continuar en eso es ignorarte y no volver a marcar tu número... Contesta!!! Y yo que no contesto… Ya dejé de escuchar el timbre, las ojeras… todo…

Yo te ahogo porque hemos muerto, sí, tú y yo hemos muerto en las hojas en blanco, en ese paseo por Larco, por La Paz... Y la oscuridad de la noche vuelve a levantarse. Nos queremos tanto que no podemos estar juntos, nos queremos tanto que yo no sé que tú aun me quieres y por continuación tú no sabes que yo te quiero (Un juego a escondidas). Nos queremos tanto que nos extrañaremos a lado de nuestros recuerdos. Tú seguirás con él y yo paseando por las calles desviándome a aventuras y a soledades púrpuras y azul, blanco, rojo… Seguiremos la continuación de los órdenes, la apagada reconciliación de dos seres extraños que supieron que el querer no siempre es un aniversario, ni una visita a las casas. El querer es infinito cuando navega en tristezas.

Que así nunca seremos perdedores y aun así siento que no ganamos nada...