jueves, 4 de junio de 2009

La tristeza del frio y tiritando...




Era una noche fría, demasiado fría para no sentir tristeza mientras iba caminando por esa calle oscura de Miraflores.

La dejaba de querer… no… la estaba dejando de querer… Y por eso andaba por ese camino a verla, tocarla y decirle tantas cosas que daban vueltas en mi cabeza… Otra vez… Iba yo diciendo, tratando de pensar que tenía otra despedida entre mis manos y quería que todo fuera diferente. Cuántas despedidas iban? Cuatro? Cinco? …? Cuántas despedidas habían salido de mi boca pensando que la soledad era muy fuerte en mí?.
La estaba dejando de querer… Y yo había luchado en los últimos días para que no fuese así, había cedido, callado y hasta corrompido mi sinceridad para quedarme con ella y pensar en un futuro de mas tiempo que me demuestre que puedo ser como los demás, acaso tenia algo de malo? Acaso alguna vez iba a querer infinitamente a alguien que estaba a mi lado? No… parecía que no… Además porque el infinito no existe, el infinito sólo es una excusa para prolongar la felicidad sabiendo que eso jamás podría ser…

Intentaba recordar la primera vez que la vi, la primera vez que me sonrió pronunciado mi nombre como si fuera lo más importante para ella… Me viene a la mente cuando la buscaba en esa esquina esperando que me sonriera mucho y yo estaba fascinado porque estaba volviendo a querer, miraba sus manos, sus cabellos, su aire… No quería nunca hacerle daño, no, yo jamás seria como esos que celan o que engañan sin ningún remordimiento, la querría porque no podía hacer otra cosa por ese cariño que crecía en mí… Mientras voy navegando en cada uno de esos detalles, la desolación me cubre completamente como la pequeña garúa que caía, miraba las calles, los autos pasando uno a uno a la lado mío y su casa aun mas lejos, tan lejos que yo daba mas vueltas para no llegar aun.

Me sentía triste, demasiado triste para no dejar de ser como soy… La dejaba de querer… sí, aun la quería, pero era un querer que se agotaba, que tenia un filtro y no podía ser bordado con nada, por eso era mi caminata, por eso era ir a buscarla diciéndole “adiós” en otras palabras, diciéndole desde mi cabeza que quería recordarla aun teniendo ese pequeño cariño para que en mi futuro ella fuera recordada aun queriendo… Sé que nadie me entendería, sé que todos me culparían por voluble, charlatán y cruel… Seguro mis amigos me dirían que era un idiota, que jamás sería un tipo normal y que es mejor intentar haciendo sufrir que dejarlo todo como un cobarde… Me sabia esas charlas como un guión recién aprendido, como sabia también las miradas insidiosas cuando me preguntaban mi edad y cuanto era el tiempo máximo que había durado con una chica? Quizás era verdad todo eso, quizás era un cobarde para intentar y dar todo lo posible para seguir una relación, pero yo prefería mil veces seguir con el poco cariño que tenia para que dentro de mí sea para siempre en vez de agotar todo secándolo hasta que el rencor se alce y mate todo dejándolo desierto, no… me dolería mucho ya no sentir nada, que cuando la recuerde ya no sienta ni pizca…

Llegué a la misma esquina del poste semioscuro de frente, ella llegaba por el lado derecho mirándome fijamente, mientras yo con las manos en los bolsillos de mi saco jugaba con mi encendedor como un niño con miedo.
.
Nos fuimos caminando… “…Cómo estas? Qué has hecho?...” “…Bien…” “…Abrázame…” “…Quiero hablar contigo…”
La noche se volvía aun mas fría, las calles casi húmedas volvían a mi vista un poco nublada, todo era una desolación, el vacío en mí se agrandaba… Cuántas veces había sentido eso? Cuántas veces mas iba a sentirlo? Iba yo pensando mientras ella me miraba con el mismo desconsuelo preguntando lo común… “…Acaso me engañaste? Quieres a otra?...” Y yo a todo respondía… “…No no no…” Y quería abrazarla con el cariño que me quedaba… “…Jamás te haría eso, soy yo? Acaso no me conoces, soy yo…” “…No ya no te conozco porque ya no me quieres…” Y la tristeza dejó de ser tristeza… La tristeza se puso mi nombre y sólo tenia ganas de cerrar mis ojos un rato… “…Es mejor así…” “…No, no lo es porque tú ya no me quieres…” Y esas palabras eran lo peor para mi noche, esas palabras me dejaban abandonado a mí, quizás el abandono de verdad vive en las palabras de quien las pronuncia, quizás las cosas establecidas son todas mentiras…

“…Te acompaño…”, “…no, déjame sola…”, “…Jamás te haría daño…”, “…Lo sé, pero es mejor que te quedes aquí y me veas irme…”

Fue así que me quedé en silencio con esa garúa que quería imitar una lluvia, con ese cielo nublado que me cegaba poco a poco… Cuántas veces lo mismo? Me decía en vos baja, Cuántas veces me he copiado para quedarme solo viendo como se va alguien que quise mucho… Nunca pude jugar sucio ni mentir ni engañar y sin embargo me quedaba ahí solo, otra vez solo, acaso jamás habría un infinito para mí…? Y al decir eso me reí un poco sabiendo que era improbable que así sea, que habían muchas cosas que dificultaban mi forma de ser… como el escribir, vestirme casi siempre de negro y en especial al saber que… El amor es infinito hasta que acaba… Cuántas veces había escrito y repetido eso? Muchas creo… y me volví a casa triste y con frío…