lunes, 31 de agosto de 2009

Siete veces uno



Soy un ser que escribe para esconderse
Una saliva con huesos y sal en la boca.

Que amó a una niña cuando corría escapándose de una puerta de madera
y que en alguna ocasión lanzó piedras sobre su ventana oscura.

Un ser que al atardecer se amargaba con todos
Que odiaba el mundo por su imagen y que solía
deletrear la palabra: “soledad” al revés

(Podía sostener una mano y así coger todas las cosas del universo)

Cuando todo era confusión delineaba túneles
por el pasto rosado de la ternura,embarrándolo de excremento
hasta desaparecer lo inhumano del mundo.

Cuántos ojalas de la boca,
cuánto pudor en su seco genital.

Y me digo que todo lo mío me pertenece ahora,
Y alejo el chorlito donde los demás se ensucian como ratas blancas.

Es verdad lo que escucho y me lo digo para callarme
Es mentira y jamás pude perder una palabra en la lengua.
Soy un insignificante insecto inmortal
Un caparazón con agujas para defenderme

Me digo: Esta bien…
y otra vez comienzo a escribir.

viernes, 21 de agosto de 2009

Recordando el amor al oeste (Cuento)



Carta 1

Querido Esteban:

Hoy abrí el buzón y me di con la sorpresa que había aterrizado una carta tuya, fue como uno de esos momentos en que una no sabe si llorar o ser feliz para siempre. Pero como tú sabes que no me gusta ser melodramática decidí controlar mi emoción e invitar a dicha carta que pasase a mi casa que alguna vez fue también tu casa, entonces toda la tarde vinieron a visitarme imágenes de un pasado tan feliz como triste, se posó en mí tu mano y a la vez sentí como si todo el dolor del mundo hubiese caído sobre mis canas.
No sé porqué te lo cuento, debe ser la edad o quizás es porque me he conformado con extrañarte para siempre. Pero mejor quito esa gotita que baja de mi mejilla y te digo que tu carta se ha vuelto más que una carta, se ha vuelto un puente donde puedo saber que sigues vivo, no es que haya creído que me habías dejado y te habías hundido en altamar, por el contrario, yo pienso que eres inmortal, sólo que a veces la distancia es una muerte más ingrata, y no es que te este reprochando nada, ya que sino ese reproche caería sobre mí y me dejaría como una de esas amargadas que se mueren alrededor de gatos.
Seguro te estarás riendo de mí, la verdad es que yo también lo estoy haciendo, no puedo evitar burlarme de mis sesenta años, así como tampoco puedo evitar calcular cada palabra para que no me quite algo que no quiero perder, pero yo sé que contigo nunca he podido ser parca, ni siquiera cuando éramos chiquillos, ni cuando vinieron esos años y esa distancia que hasta el día de hoy nos separa. Disculpa si otra vez parece que te estoy reprochando algo, disculpa si de nuevo caigo en esa debilidad de atacarte cuando yo años atrás no dije ni una palabra, debe ser que mi vejez no me permite ser practica, no deja que piense igual que cuando teníamos veinte años y mucho menos permite que cada día no aparezca ese arrepentimiento que se vuelve contra mí haciendo que quiera huir de todos. Pero no, no es justo que yo te escriba estas cosas, pero la verdad tampoco es justo que tú estés a kilómetros de distancia y yo este a espaldas tuya mirando hacia el oeste, cuando sé perfectamente que en el oeste no estas, pero eso no importa, no importa que mis hijos se hayan ido y que esta casa se agrande cada año, mientras yo veo que esa ventanita de la cocina se me achica o quizás soy yo que otra vez olvidé los lentes sobre la mesa de noche, no, aquí hace falta mas que pensar que no paso nada, que todo lo que hicimos fue lo más correcto, claro, éramos chiquillos. Qué son veinte años cuando sabemos que aun nos queda por lo menos tres veces esa edad, entonces para qué seguir juntos ahora, para qué soportarnos por mas amor que haya si sabemos que tarde o temprano estaremos juntos.
Entonces mi querido Esteban en verdad no comprendo con claridad esta distancia tan ancha, no comprendo por qué jamás volvimos a mirarnos, por qué en mi cajón solo hay cartas tuyas y no fotografías, tampoco tus lentes ni el anillo que debió ser de nuestro compromiso, en vez de eso sólo hay un jarabe para la tos, un relicario de un marido muerto y en mi rostro muchas ojeras de hijos que no son tuyos. No, definitivamente no comprendo nada, o es que acaso por cada año que pasa, el egoísmo se apodera de mí y hace que vea mejor las cosas, pero no, desde luego que no es un reproche, cómo reprochar algo que yo misma propuse, cómo reprochar haber tenido una vida alejada de tu vida, entonces esta carta es solamente un papel con unas letras que no dicen nada, es sólo un mensaje que el cartero lo dejará cuando le de la gana, porque hoy es trece de abril y yo recuerdo que este día hace cuarenta años era para nosotros TODO, pero hoy..., hoy..., hasta da pereza mencionar, pero hoy no es mas que un día en mi casa solitaria, pero este otoño vuelve hacia mí con fuerza, hace que tiemble sosteniéndome de los brazos. Ay Dios mío, mis canas son tan blancas, casi están transparentes, y tú querido anciano debes estar buscando una palabra diferente en esta hoja, pero ves? Quizás no debí responderte, quizás debí ser como esas mujeres que se quedan solas mirando desde su puerta las estaciones que se depositan en el patio, quizás ya no soy la misma que conociste, quizás...

Te quiero mucho en este instante y en el otro también

Clara

Carta 2

Mí siempre Clara:

Parto desde hoy día un agujero que viene a dar la vuelta por mi casa, por estas cuatro paredes semejantes a una cueva en medio de la isla, descubro quizás que tus palabras han cogido una lanza de cariño y me ha apuntado en el mero corazón, corazón…
Disculpa lo cursi de la palabra, debe ser que quizás también los años me han vuelto un sentimental que no se contiene al tropezar con la primavera y que intenta despejar de sus canas esa amargura por la vejez. Pero debo darte la razón mi querida Clara, cada palabra tuya ha sido como esas preguntas que me formulo hace cuarenta años, quizás algunos sicólogos dirán que somos unos infantiles o que un cariño nunca es eterno, por mas que la palabra eterno sigue figurando en el diccionario, pero aunque no lo creas yo tengo una respuesta para cada pregunta que me formulas, lo malo es que no tengo ya la misma convicción que tenia antes que llegara tu carta, con esto no pienses que hubiese preferido que no me llegase nada, simplemente que esta soledad que se nos tropieza desde hace años nos va dirigiendo por un camino de distancias que no se cruzaran..., perdón, que no se cruzan.

Es un poco difícil hablar teniendo todo un pasado en contra, creo que no hace falta explicarte eso, si tú más que nadie sabe perfectamente que la soledad tiene el mejor argumento del mundo, tiene eso que se nos pegó a nosotros por años, pero lo que aun no logramos aceptar es que los argumentos no significan nada en la realidad, porque esta realidad nos dice que estamos a kilómetros de distancia y aun más, nos repite que tenemos una familia que no nos pertenece, entonces a diferencia tuya, a mí me jode el alma que el amor haya funcionado tan bien en teoría y tan mal en esa realidad de la que te hablo, sí Clara porque míranos aquí escribiendo estas cartas mientras los recuerdos en mi caso me traen tu sonrisa al despertar en las mañanas teniendo mi camisa puesta, dejando un agujero en esta mente de aquella muchacha que amé desde la primera vez que la vi, entonces tú no me creías eso de que hay amores a primera vista, pero yo siempre estuve seguro de eso, entonces esos dos años nuestros me dieron la razón y tú Clara me lo diste cuando me dijiste: “Ahora es mejor un adiós mientras somos uno” No sabes lo que es escribir estas palabras y no lograr mantener firme la mano, pero entonces ese adiós se multiplica y como ves se nos multiplicó por cuarenta años, se nos multiplicó en medio de hijos y de personas a quienes quisimos mucho, pero eso de amor a primera vista en mí se acabo desde siempre y para siempre, se me fue eso de lo cursi de un cariño que volvimos eterno estando tan lejos. Pero entonces volviendo a tener un mejor argumento, nosotros tuvimos ese amor perfecto que no se nos muere con los años, tan fiel como creer en Dios y hasta la misma palabra felicidad logramos sacarle provecho, y ahora otra vez la realidad nos aplasta y ante la lógica fuimos los mas grandes estupidos del mundo, entonces tus palabras vuelven nuevamente: “Ahora es mejor un adiós mientras somos uno” y otra vez a mi mano le vuelve eso de no mantenerse firme.
Entonces lo mío no es un reproche, esta carta solamente tiene por intención seguir siendo fiel a ti, pero comprenderás que no tengo ya veinte años y creo que mucho no me queda para adelante, entonces puedes mirar el mar y yo observaré mas allá de estos edificios, quizás coincidamos y otra vez habremos ganado, no te alegra Clara? Acaso no fue para eso que dimos la vida el uno por el otro? Me alegra que me escribas, aunque no te miento que no sé parar esto de que los recuerdos te aplasten sin compasión y que uno no tiene ya mas cabello negro conque defenderse.
Espero noticias tuyas y desde ya observaré mi buzón con atención

También te quiero en este momento y en el que viene ni que decir…

Esteban.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Hasta la noche termina por agotarse...



Esa noche yo salí de su cuarto dándole un pequeño beso en la mejilla y cubriéndole su cuerpo con una manta color naranja que había caído al suelo. Ella me respondió con un gesto tierno poniendo sus labios de lado y despeinándose aun más su cabello color café. Su nombre es Sol y quisiera decirle lo inesperado y a la vez lo agradable que fue estar con ella en esa medianoche donde nos condujo el alcohol y mas aun quisiera decirle que por un momento me hizo olvidar el porqué llegue a esa ciudad tan lejana de la mía. Pero no había palabras suficientes a algo que fue un lindo impulso de dos personas que se encuentran por casualidad.

Yo me dirijo a mi cuarto que queda en el primer piso de aquella pensión barata que encontré cuando ya me iba desesperando por un techo donde pasar esos días. Aquella noche pude dormir tres horas y eso ya era todo un record para aquel año donde mis ojeras me amenazaban con ser eternas. Al día siguiente de ese encuentro con Sol, la alarma del celular me despertó violentamente y al abrir los ojos observé por mucho tiempo el techo de aquel pequeño cuarto donde mis papeles ya se encontraban regados en el piso, quería levantarme, salir de ahí pero por algún motivo desconocido permanecí mucho tiempo en esa posición, tenia la idea de que quizás alguien tocaría a mi puerta o que de pronto “Ella” aparecería para invitarme a que le enseñe la ciudad, pero era tan estupido eso porque para comenzar yo había llegado a ese sitio solo, además “Ella” aun estaba en Lima y eso era a casi un día de distancia y peor aun “Ella” no era una sola mujer, era un cúmulo de recuerdos ordenados por tristeza y memoria.
Cuando por fin pude levantarme de la cama observé la pequeña mesa que había a lado de la puerta, encima había un envase de jugo de naranja, una botella a medias de vino y muchos libros abiertos, a lado de mis zapatos estaba mi maletín con la poca ropa que tenia y en la pared algunos pantalones y camisas colgadas. No tenia algún plan para ese día, aunque la verdad no tenia ni un plan desde que había llegado, las cosas estaban resultando muy diferentes a las que había tenido en mente y ese día no era la excepción, así que lo mejor era quizás pasear por la plaza y luego tomar algún colectivo que me llevaría a algún paradero donde tomaría otro colectivo y así sucesivamente hasta llegar a alguna ruina y poder tomarme fotos o simplemente echarme muy cerca de ahí esperando que anochezca y volver nuevamente a mi cuarto donde quizás vería a Sol o simplemente me escondería como un cobarde. Así que sin dar más vueltas salí a caminar con mi morral colgado en el hombro donde llevaba un libro, un cuaderno, el jugo de naranja y muchos caramelos de limón. Con cada paso que daba sentía el aire limpio que se resbalaba por mi rostro, a pesar de que la altura no me había afectado yo sabia que no podía correr ya que me cansaría demasiado rápido, así que viendo mis posibilidades empecé una búsqueda de algo que ni yo sabia qué podía ser. Tomé muchas fotos a la plaza, a la iglesia y a esos callejones pequeños con pisos de piedras cuadradas, todo parecía como un laberinto donde en cada esquina te esperaba una calle diferente, observaba a las personas y todo era un contraste de lado a lado. Cuando andaba cerca de un mercado encontré a un señor de mediana edad que contaba una historia sobre “La bruja de la panza” Yo estaba muy curioso por el nombre así que le presté muchísima atención, mientras a mi lado otras personas también lo escuchaban entre sorprendidas y curiosas, cuando el señor terminó explicándonos que jamás tomemos ron con granadilla después de medianoche porque sino la bruja se metería en el cuerpo y haríamos todo tipo de locuras que nos harían arrepentir, a mí me dieron ganas de comer granadillas…

Al salir rumbo a Kenko (una ruina cerca del Qoricancha (Cusco) donde habían cuevas y parecía un parque inmenso) observaba el paisaje del camino, era todo tan diferente a Lima y eso ya le daba un toque a paz entre esos minutos que se dividían en un antes y un después, ahí nadie me conocía, no tenia que dar explicaciones sobre el por qué mis ojos son tan amenazantes, ni por qué no me comprometo con alguna chica, ni siquiera tenia que buscar esa respuesta matutina sobre el por qué no soy feliz. Al caminar por ese pasto húmedo, observando esos muros de piedras inmensas que formaban rostros de algunos animales, pensaba que ahora tendría oportunidad de hacer muchas cosas, de desvincularme del suicidio de mis manos por el lapicero, de deshojar cuanto papel se me cruzaba en el camino y de ordenar las ideas sobre lo trágico del segundo en la noche.
Cuando estaba por anochecer, volví a mi cuarto congelado por el frío que comenzaba siempre a las seis de la tarde, luego de dejar mis llaves en la mesa y de quitarme los zapatos, me lancé sobre la cama buscando algún abrigo y desaparecer por algunos segundos con los ojos bien cerrados. Luego de mucho tiempo me senté en la cama y prendí el celular, me llego mensajes de mi made, de algunos amigos y otra vez quise cerrar los ojos, pero antes me dirigí a la mesa y cogi la botella de vino y me puse a tomar muy tranquilamente mientras recitaba uno que otro verso a la pared, cuando estaba ya un poco ebrio, mire mi puerta y recordé a Sol, así que tomé el vino que faltaba en la botella y salí al patio a sentarme en una de sus bancas, luego de unos minutos y cuando el anochecer ya se había plantado completamente escucho que del segundo piso me llama un tipo, lo reconocí como uno de los invitados el día anterior en el cuarto de Sol y su compañera y me dice en su mal castellano que otra vez harán una jarana, yo le respondo que iría a comprar cigarrillos y que luego les daría el alcance, así que me dirigí sin rumbo hacia alguna tienda, quizás era mi ebriedad que hacia que me desvié por calles tan pequeñas que me daban risas sus paredes, cuando por fin encontré una pequeña tienda y compré una cajetilla de lucky light y unos halls, le pregunto a la vendedora si tenia alguna botella de ron, ella me da a elegir una colección envidiable y yo elijo una marca que conocía bien ya que era el único que había tomado con mis amigos. Al salir de ahí termino de recordar sobre la historia del viejo en la mañana y desesperado me dirijo al mercado con la esperanza de encontrar algún puesto abierto, al llegar ahí y ver todo desierto y prácticamente vacío me acerco a una de las puertas de aquel pequeño coliseo donde funciona el mercado y llamo al vigilante y le pido que por favor me consiga unas granadillas, el tipo me mira con mala cara pero cuando le ofrezco un cigarrillo se mata de la risa y se dirige a un pequeño puesto donde pierde su mano y saca un par de granadillas y una manzana, me dice que me quede con la manzana y que me vaya rápido de aquí ya que tampoco es muy seguro a esta hora, entonces salgo raudamente a la pensión y al llegar ahí, entro al cuarto de Sol con mi bolsa de granadilla y ron, ni bien me abren la puerta escucho una canción criolla que tocaban con cajones y guitarras, los extranjeros solo alzaban las manos y los que tocaban eran autóctonos de ahí. cuando encuentro con la mirada a Sol me acerco a ella y le doy la bolsa y le cuento sobre la historia, ella se ríe y se lo cuenta en ingles a su amiga y así sucesivamente hasta que todos se enteran y quieren tomar eso, luego de eso recuerdo que había un problema, no hay alguna licuadora para moler las granadillas, pero eso no detiene a Sol que coge un taper echando la granadilla y luego con una botella vacía empieza a golpear el contenido, yo me río y me acerco a decirles a los demas que las canciones se tienen que cantar muy tristemente porque sino no sirve de nada, ahí todos cantan, y algunos con sus parejas se pierden por los rincones de la casa. Tiempo después Sol sirve el trago y realmente tenia mal sabor, pero aun así todos los bebimos con gusto hasta que pasó el tiempo y la mayoría se marcharon, algunos a una disco, otros a sus habitaciones mientras la compañera de cuarto de Sol se acostó en su cama con su pareja y entonces decidimos con Sol que mejor salíamos de ahí con la jarra de ron, luego de muchos minutos, la besé sin permiso y justo en el instante en que Sol me preguntaba algo personal la volví a besar porque a mi no me importó su pregunta, como no me importó que no la quisiese y que a pesar de eso le sujetaba de las manos como queriendo que sea algo que nunca seria. Así que nos fuimos a mi cuarto y ahí ella intentó preguntar y contarme mas cosas pero yo la detuve nuevamente con un beso diciendo que solo la necesitaba, ella se río diciéndome: niño….

Aquella fue la penúltima vez que estuve con Sol o quizás fue la última si descuento el último día en que me despedí apurado tontamente. Lo único bueno de ese día es que la bruja de la panza tuvo toda la razón y pude ser un loco mas que terminó de joderse el alma por una española que solo quería contarme sobre su vida y tener un poco de cariño y pasarse su verano feliz aunque sea con un niño estupido que no sabia que tan tonto podía ser…

martes, 4 de agosto de 2009

No lo es... nunca lo es...



Después fuiste lo que no podía soportar, una imagen atada a mí, a mi manera de caminar bajo ese invierno envuelto por esa insoportable neblina en plena soledad…

Ir por ahí escondiéndonos de tus miedos mientras nos cubríamos al mismo tiempo con los abrazos en esa calle que jamás volverá a ser nuestro camino juntos, porque por mas que tus ojos me indiquen que me quieres, siempre hay cosas que nunca dejaré de sospechar de ti… de nosotros… Jamás podré aceptar que puedo ser “Uno” contigo y menos podré aceptar si tu verdad será a la larga mi verdad. Por eso pequeña mía cuántas veces tendré que abrazarte para no olvidar que si quiero puedo dejar de quererte con un solo pensamiento (así te enojes y me digas maldito orgulloso..) pero no sabes lo triste, lo muy triste que se nos va derramando por las manos como si todo alrededor tuviera filtros de tristeza, como si de pronto uno descubriera que la felicidad es sólo una sonrisa barata y quizás por eso todos dicen que soy un tonto, un maldito masoquista que prefiere sufrir por amor antes que amar. … Que no es tan malo querer a alguien diferente a uno mismo, por mas que la palabra “Uno” sigue resultando muy desagradable porque es lo que siempre seremos los dos, un “Uno” mal logrado, un “Uno” separado de su otra mitad… Y te estoy hablando de las cosas que pudieron ser y que ambos no fueron… Fue mejor porque así tendré el consuelo de que fuiste parte de esa escalera que me lleva a sentirme solo para siempre. Pero ve, deja que te hable, por fin tu silencio me resulta un tanto agradable, así puedo comprobar que si no puedo ser feliz nunca, por lo menos puedo tener estos momentos infinitos como es cabalgar por tus cabellos y despintar tu boca con mi boca. Acaso pudimos ser dos en un “Uno” por un instante? No lo sé pequeña mía, quizás por ese instante conseguimos lo que varios buscan siempre en un par de horas, por ese tiempo hicimos mas que cualquier otro par de amantes realmente enamorados, fuimos eternos para tanta oscuridad, y mientras tú temblabas y te entregabas poco a poco a mí sin entregarte del todo, yo conseguí cerrar los ojos y pensar una y otra vez que para llegar ahí tuvimos que saltar por varias semanas de peleas y abrazos desesperados, que para tocarte tuve que traspasar parte de mi orgullo y tú de dejar de esconderte en tu maldito silencio.

Esa noche yo dejé de ser el muchacho tímido y tú dejaste de ser la señorita cobarde de todas las tardes, por primera vez éramos demasiado buenos para no separarnos, por eso tu aroma se apoderó de mí en toda la madrugada, en toda la pequeña garúa que iba devorando las calles e iba conduciendo a las personas a su casas, mientras yo aun con tu boca en mi boca quería consolarme de los pequeños detalles que perderíamos a partir de ese momento, quería de una vez por todas dejar las cosas en claro, mientras con tus ojos cerrados no querías soltarme y yo no quería soltarte, (por primera vez estábamos de acuerdo, por primera vez fuimos los personajes de un par de hojas que recién escribiré…) lo único que había en ese pequeño rincón era un calor tan tierno, un calor tan abrasador que necesitaba estar contigo mas allá que todas las veces, necesitaba tenerte hasta que seas el recuerdo infinito que he buscado por tanto tiempo. Pero era tarde, siempre es tarde cuando se quiere y más aun cuando estoy yo ahí… La noche nos tenia que empujar a despedirnos, pero yo no quería y tú con el miedo de siempre “Mis padres…” mientras yo bajaba mis ojos buscando el maldito suelo a ver si por fin encontraba ese consuelo con que tantas veces he convivido.

Y en el camino ir los dos pensando… Qué paso? Cómo sucedió? Acaso era el final para un comienzo? Y yo iré mas allá de todas esas dudas y me responderé que la soledad es lo mejor, que es mejor buscar a alguien que no se quiere en vez de estar con alguien a quien sí “Así se sufre menos…” (dijo alguna vez Ronald al cambiarse de nombre) porque así no necesitaré media botella de vino para deshacer esos pequeños demonios que nos empujan a separarnos, porque siendo un ser tan … como soy… no quiero quitarte de mi mente y a la vez no quiero quererte como puedo llegar hacerlo, por eso seguirás en mi cabeza por mucho tiempo y te buscaré en silencio y cuando por fin me logres olvidar (a pesar que los dos sabemos que eso no existe) podré seguir el mismo camino hasta chocarme con una pared.

Y así cada vez que nos topemos te diré una verdad mas sobre ti, te contaré en el aire lo que siempre ocultas y tus mentiras… y de nuevo pensaras que te conozco demasiado o que quizás te leo la mente, mientras yo por dentro reiré ocultando algunas sombras que me siguen, que me llevan a otro lugar cuando no estas a mi lado y así nunca mas me sentiré un infeliz, no me volveré a sentir un maldito traidor, porque tú y yo… no habrá que echarnos la culpa de nada… Por eso pequeña mía déjame quererte un poco más, déjame distinguir tus ojos con los míos y deja que por lo menos te piense mil veces cada día por mas que tú y yo jamás... Otra vez... Nunca más… por mas que siempre sentiré el calor de tu cuerpo en mis manos como descubriéndote y de nuevo pensar en esa noche... De nuevo torturarse con querer salir a buscarte, no importando quién nos vea, quién te sigue y quién me busca, solamente ser el mismo “Uno” siendo “Dos…” simplemente dos… para siempre…