jueves, 14 de enero de 2010

Siempre... siempre... Siempre a mí... (Fin del blog)




No sé cuántas veces tendré que cerrar los ojos como si no me importara la luz, porque si abro el derecho y descubro mi ventana abierta y por el otro lado sólo veo esa pared verde que decora mi cuarto, lo único que puedo sentir es un poco de ansiedad, esa ansiedad que no me deja dormir antes de medianoche, que me despeina y que me cubre como una sabana de tristeza oscura, por eso muchas veces he querido desaparecer de todos los lugares, he querido perderme y que nadie me reconozca cuando camino, ni que piensen en lo extraño que puedo ser cuando la noche me despeina lentamente, porque si yo me voy por la derecha hay rostros conocidos y si sigo adelante tan adelante hasta llegar a chocarme con una pared enorme y fea, todo eso se vuelve infinitamente desagradable, entonces toda mi esperanza y refugio que tenia aquí dentro se deshace como un dedo en medio de un castillo de naipes, como si la música que me conmueve sólo fueran unas melodías gastadas de un sábado al atardecer. Es por eso que no quiero abrir mis ojos, no quiero pensar que tengo la obligación de comunicarme con los que me rodean, que tengo que ir a la escuela, a un trabajo o a fiestas sin sentido, lo único importante es cerrar los ojos y encargarme de esta oscuridad que desde chiquito siempre ocupa mis pensamientos.

Es muy extraño, siempre pensé que podía ser igual a los demás, ser feliz con las risas y juegos tontos, y aunque muy en el fondo sabia que todo era una mentira, realmente estos años que han pasado siempre he dado todo de mí para ser un tipo noble y normal, que anda a la moda y que se ríe de chistes idiotas, y no es que no me haya divertido o me parezca estupido ser así, pero en realidad en el fondo no puedo dejar de sentirme un farsante, un farsante ante la gente, ante mis amigos que me quieren tanto como yo a ellos, porque muy dentro mío no tengo el valor de abandonarlos, de alejarlos de mí, de siquiera que me odien, no… No puedo retroceder mi sonrisa, no puedo olvidar que el único momento en que pensé que podía ser feliz y normal fue cuando caminaba acompañado en plena lluvia y todo era un juego de quién es el que sonríe más en la noche…

Hace tanto tiempo que he dejado de ser ese niño tonto que jugaba pelota, que bajo su cama ocultaba sus robots y que despegaba figuritas en la pared de su cuarto gris, seguro los ruidos que escuchaba eran ruidos que jamás podré entender, que jamás podré imitar porque mi voz es silencio en medianoche, es pura y triste música que nunca nace, mientras mis ojos son desviaciones de cariños perdidos, de reconciliaciones que reflejan al final un adiós… Dicen que no se puede ser feliz entre tanta neblina y soledad, entre tanto invierno y hojas amarillas, sin embargo en un punto, en un palito de esos instantes yo consigo alegrarme y ser libre porque todo queda aquí dentro, queda en esta memoria que se viste siempre de recuerdo frágil y otra vez tengo catorce años, otra vez me enamoro de una chica de un parque, otra vez pasa por mi lado cabellos que se despeinaron por mis dedos como si el tiempo no fuera absurdo para recordar tanto y si eso es así tal vez es mejor dejar todo de lado porque nada vuelve a ser lo de antes… Y quizás en el fondo eso es verdad, pero entonces por qué yo no puedo sacar nada de aquí dentro, por qué yo he retrocedido en tantos nombres y en mañanas que siguen pasando como si aun entendiera que no es ni siquiera la mitad del camino… Entonces por qué cuanto más quiero olvidar esas imágenes vuelven en mis sueños llevándome a pasear por esos lugares, por qué todos los días mis ojos buscan esa ventana en aquella esquina donde he intentado construir poco a poco aquel recuerdo de ese niño tonto que se llamaba Ronald y que se sentaba todos los días a las seis de la tarde y que no tenia el valor de decir que quería a alguien, que amó y a la vez culpó a todos de no poder querer como ellos lo hacían siempre tan normal, tan odio tan farsa, tan simple…

Jamás pude reflejarme en esas caras que daban un amor cómplice de lo mismo, un amor de estampita que nunca creí que existió… el amor nunca es suficiente para amar y sin embargo eso no quiere decir que no siga y siga intentando así la soledad sea lo mas fuerte para mí…. Es por eso que seguiré gritando que me mire, que comprenda que me pertenece desde antes de aparecer, que lo demás no importa y que me devuelva la mirada y las tantas canciones que desde ese día comenzaré a escuchar nuevamente, porque quizás ella (que es muchas y ninguna) de una vez por todas comience lo que hace años debió haber comenzado, porque los años que pasan no son nunca en vano, sino que se convierten en más de mil días de torturas y dolores contradictorios, esos dolores que te hacen ser feliz de la nada…. Es fumar y fumar hasta que los dedos se cansen y tengan ese olor desagradable y buscar uno que otro vaso de licor con mis amigos que me miran con lastima, es buscar a miles de mujeres hasta encontrar ese sabor que se pueda volver el sabor que pienso que es infinito, porque sino es así, entonces todos se pueden callar, todos se pueden perder y dejarme solo en esta cama donde mis ojos están cerrados hace una hora y no pensar en ventanas ni túneles… y así no darme cuenta que sigo escribiendo porque no me queda más que hacer en este día y así terminar con un fin… o quizás terminar en este espacio con un gracias… gracias a ti y gracias mí… otra vez gracias y adiós para mí o quizás adiós para ti… Tantas cosas hasta que en un tiempo más empiece otro espacio y nuevamente siempre… siempre… siempre a mí… y de nuevo se quede aquí para siempre… nuevamente… otra vez…. adio adio…