viernes, 6 de marzo de 2009

Un pequeño cuento volado



Es un pequeño cuento que escribí hace unos años cuando andaba perdido por unas manos que me fueron infinitas...

***********

Volviendo junto a ti siempre…

Se ha abierto la cocina y desde el fondo se me cierra la ventana que da al comedor y hacia la sala. El sueño de estar juntos abrazados se ha ido deshaciendo como el humo del cigarro desde el cenicero de este cuarto, porque aquí en Lima es insoportable mantener esa realidad de luz apagada y frió de amanecer en pleno agosto, además tú estas a lado durmiendo y yo descubro que mi sueño aun permanece en uno de mis ojos, entonces quisiera irme por un momento a caminar, y si no fuera por esta pesadez en mis brazos, llamaría por teléfono para que alguien viniese y me saque arrastrando.

Quisiera despertarte, leerte algún poema de Moro o si prefieres uno de Rimbaud, hacerte alguna alegoría con mis manos hasta el punto de que creas que están volando, pero ese sueño tuyo es tan pesado y hasta en cierta medida descabellado, por eso no escuchas que respiro con dificultad, debe ser por este invierno que golpea la ventana hasta cubrirlas de ese espeso gris. Pero tú sigues con no despertarte, entonces miro la pared de al frente hasta que se desdibuje en formas borrosas. Trato de centrarme en algún recuerdo, en lo que sea, pero entonces solamente tú estas en mi mente, es un poco incomodo sentir esto cuando se es orgulloso y practico, y más aun cuando el amor solamente debe ser para unos minutos en silencio mirando como te acomodas el cabello, como lo es ese paseo por las frías manos desde tu cuerpo moviéndose levemente. Pero en realidad tú qué sabes de eso, qué sabes de lo que creo o dejo de decir, qué sabes de mí, simplemente piensas que soy un estupido contador en la Rue Mayville y que solamente vine a Paris a pasar desapercibida mi cultura de latinoamericano agresivo, entonces me da risa ese pensamiento tuyo, quisiera explicarte que yo en realidad estoy en Lima muriéndome de frió, que camino desde Miraflores hasta Barranco soportando la bulla de los claxon y chocándome con cuanta gente corre, pero sé que contártelo también seria inútil, por eso sigo en este cuarto en silencio, mirando esa pared morada de tu casa que hace bailar líneas como barcos perdidos. Son las siete de la mañana y ese despertador no hace algún ruido para despedirme, es inútil pensar ya en eso, estoy comenzando a creer que nunca despertaras y que mas bien te quedaras a mi lado hasta que llegue otra vez la tarde y por más que intente rechazar esa idea, algo dentro de mí me obliga (algo así como una obligación desde el fondo de uno) a cuidarte para siempre, menos mal que no me escuchas porque sino vendrías con eso del amor y la vida juntos en tu ciudad, y yo ya estoy harto de que las mujeres crean que lo saben todo, me es fastidioso explicar una teoría entre miles de motivos, entre preguntas acabadas, en esas respuestas de tedio en lugares bajofondo oscuro que logran partir esta cama en dos.

Trato de cubrir tu cuerpo desnudo con la sabana pero entonces te mueves rechazándome y te pones bocabajo como huyendo, acaso de mí? Tu cuello se ha escondido en tu espalda y uno de tus brazos se ha detenido buscando el suelo, tu pierna derecha esta separada formando un camino hasta el borde en que la sabana huye como un río desbocado, entonces otra vez intento cubrirte y nuevamente me rechazas, he visto que sonríes picaramente pero aun estas dormida, quisiera quitarte esa alegría, quisiera que vieras mi rostro, cómo mis ojos se pierden en recuerdos inconclusos, que entres en mi mente y descubras que estoy harto de todo esto, por eso me parece desagradable que estés tan tranquila y peor aun, que estés feliz, pero la verdad lo que más me sorprende es que yo siga aquí compartiendo una cama todo el día contigo, sin ese abandono que en el fondo es una suerte a esperanza, esperanza en Lima, calle oscura, de antes…
Entonces tengo miedo, no actuó como debería, busco alejarme pero esto de amor me detiene, intento odiarte con todas mis fuerzas, quiero que me de asco esa tranquilidad tuya hacia la vida, me es tan asfixiante llegar a un domingo así, necesito un cigarro, terminar de llenar el cenicero para poder arrojarlo a la ventana y lanzarme por ahí, pero mis brazos siguen pesados, no logro ni siquiera levantar mis dedos.

Estoy junto a ti, en tu casa de la Providence, a lado de Calavados donde hay un piano toda la noche, donde es fácil un Ensemble pour toujours l'amour, para siempre en un mediodía.
Busco traerte a este lado de la cama, llevarte al boulevard o a mi casa de clase media en Lima, pero tu lado de la cama me absorbe, no puedo detenerte, haces lo que quieras y yo soy un simple muñeco de carne con articulaciones que se pierden en el aire, tienes a voluntad con tu aliento todo lo que poseo, entonces has ganado y lo hiciste desde siempre, por eso comprendo que estés tan tranquila sin tener miedo de que me pueda ir, y hasta me has dejado la puerta abierta en señal de que confías en lo que perfectamente sabes, entonces sigo con la pared morada tratando de dormir.

Ya es mediodía y tengo frió…