sábado, 21 de febrero de 2009

Nunca antes de acabar...



No es fácil olvidarla pero con una llamada de Andrea puedo fingir por dentro que todo esta bien en mi vida. Andrea me llama invitándome a salir a bailar, no quiere que me quede en mi casa aburrido un sábado de enero. Yo le digo que en mi casa jamás estoy aburrido pero ella insiste diciéndome que ya aprendió a bailar salsa, ante esa aclaración yo le digo que la paso a recoger en una hora y que por favor me lleve a una disco que tenga una pista de baile inmensa para verla menearse mientras yo sigo parado mirándola como un estupido. Llego a su casa y me recibe con su cabello suelto y unos tacones que la ponen a mi altura, yo por dentro voy pensando que si esto sigue así de bien quizás hasta no logre pensar mas de cien veces en aquella que ya se fue.

Entonces salimos rumbo a una disco de barranco como dos adolescentes que lo único que quieren hacer es divertirse un sábado a medianoche. A mí me gusta barranco por sus calles recortadas y porque nunca paso la vergüenza de que me pidan mi Dni para entrar en algún local, además ahí pase las mejores amanecidas de mi vida entre humo y risas. Luego de varias vueltas entramos a un local discreto de fachada con un nombre de símbolos y sorprendentemente la pista de baile estaba casi vacía, yo le digo a Andrea para tomar una sangría y ella me dice que eso es para después, que lo que quiere en ese instante es bailar, entonces me jala del brazo justo en el preciso momento en que ponen la canción “Tócame” y yo no sé qué debo hacer ante tal invitación, entonces lo único que hago es acercarme mucho a la oreja de Andrea y le comienzo a decir lo preciosa que se ve con tacones, mientras ella sigue con su danza y se ríe ante mis palabras que le llegan en forma de suspiros. A la canción prosiguieron muchas canciones más del mismo ritmo y yo ya le iba contando un cuento a ella sobre como había un país llamado: Tristeza.

Después de 30 minutos de baile nos acercamos a la mesa y pedimos algo para tomar, ella me mira con una sonrisa despierta, como si por primera vez me hubiera visto y yo le digo que continué así hasta que termine la noche y me diga que ya llegó ese domingo que anticipa un lunes asqueroso. De pronto de la nada Andrea se toma en seco su vaso de sangría y me pregunta: Estas pensando en ella no es verdad?. Yo no sé qué responderle porque no quiero decirle la verdad. Vamos a bailar. Te estoy preguntando algo. Ella esta muy lejos. Pero la extrañas mucho, acaso nunca la vas a olvidar, no te das cuenta que ella ya no te quiere. Eso no es lo importante, lo importante es cuanto me dura todo.

Ella pone mala cara, está muy molesta y su sonrisa que siempre me despertaba unas ganas de ser alegre se confunde con ese gesto de que ya se hartó de mí. Pensé que este sábado seria para nosotros dos, se lo digo para que comprenda que esa noche solo existía ella a pesar que eso era mentira. Entonces vamos a bailar, me lo dice furiosa, como si lo hiciera para darme el gusto y a la vez hacerme sentir más culpable aun, tener la culpa de que no olvide mi pasado y mucho menos a aquella que ya no esta. Bailamos una salsa y le digo que por favor me baile como antes. No te lo mereces, me lo dice mirando a un muchacho que estaba en la barra y que la mira a ella como miramos todos los hombres cuando vemos a una chica con tacones, entonces pienso que este sábado fue un fracaso y que a esta hora debería estar en mi casa escribiendo decenas de hojas sobre la distancia y sobre ojos café. Ella me dice que quiere tomar algo y yo le digo que mejor esperamos un poco a que nos pase la sangría que hemos bebido. Acaso eres mi papá!!! Me lo grita al rostro y le pide al barman un cuba libre mientras le dice al muchacho que la miraba que yo no era su novio, yo regreso a la mesa y prendo un cigarro, el Lucky Strike que he comenzado a fumar desde la ultima que la vi a la que se fue.

Andrea vuelve con el vaso vació y me mira aun más furiosa. Eso lo fumas por ella, no me lo niegues. Siempre fumo por ella, se lo digo para que se calle, entonces me recrimina diciéndome que ella para mí era una chica más y que era un tonto porque quería a alguien hacia años y no era correspondido. Yo le digo que no entendió nada de mí pero que eso no importaba, que lo importante era que no acabáramos esta noche con los brazos separados. Así que me acerco donde Andrea y le prometo que hasta que amanezca pensaría mucho en ella y que por unas cuantas horas seria la mujer a quien mas querría. Quiero que cambie el rostro pero no lo consigo porque ya me odia, veo en sus ojos que la estoy perdiendo por mi amor inútil, entonces pienso que quizás es lo mejor, nunca la iba a querer como a la otra y quizás no llegue a querer a nadie mientras siga escribiendo y fumando. Andrea se va al baño y yo me quedo en la mesa mirando el cenicero color amarillo que desentona con todo ahí, me siento fuera de lugar con todos esos pequeños rayos y con esa bulla ensordecedora, me siento triste pero eso no es novedad, nunca puedo acabar una fiesta feliz y yo pienso que si Andrea supiera que tengo una cajetilla entera todo se volvería un desastre. Ella vuelve y se sienta al frente mío, la música continua con canciones que no conozco y sé que en ese momento soy la persona mas aburrida del mundo, no merezco entendimiento, no merezco que me miren ni que me hablen, necesito silencio, deseo escribir, es mas en ese instante mentalmente ando escribiendo un poema mientras con el celular voy copiándolo en la opción de borradores, cuando de pronto Andrea me dice que nos vayamos y yo le digo sí a todo mientras dejo mi vaso de sangría casi por completo. En el camino los dos estuvimos en silencio, quería decirle miles cosas y a la vez no tenia nada importante que decirle, hasta que llegamos a su casa y justo antes de cruzar su jardín ella me dice. Nunca pensaste llamarme de nuevo no? Claro que sí, acaso no siempre lo hago? Pero ha pasado semanas de la última vez, creo que no lo haces desde que la viste a ella. No quiero hablar sobre eso. Nunca hablaras de nada y por eso en este instante te odio, ya no te quiero. Pues tú siempre serás importante para mí. Por favor vete que quiero cruzar mi puerta sola. Entonces la vi caminar en la noche donde su silueta formaba una sombra que el árbol despeinaba tristemente, quise ser diferente por un momento, quise creer en la palabra olvido y me fue inútil todo, mientras ella abría la puerta y me miraba de reojo quizás pensando que le daría el alcance, mientras yo seguía parado, inmóvil, sin mas que un pasado ingrato y un presente que me iba quitando todo lo que tenia a la mano…