miércoles, 29 de abril de 2009

Sus manos como agua caida...



La noche descendía lentamente sobre los árboles colgados del viento que nos despeinaban por ese camino que para nosotros fue un nunca jamás. Ella siempre muy alegre, tanto que me molestaba que fuera así sin ser yo parte de su vida. Hacía dos años que había conocido a Fernanda mientras en un salón me pedían que yo enseñara, yo sabia que lo único que podía enseñar era a que nadie tenia la verdad absoluta y menos se podía decir que alguien era bueno, en esa situación la conocí pensando qué me había pasado en el momento que la vi por primera vez? Ahora los dos caminábamos por ese diciembre y nos tocaba despedirnos por ser fin de año, caminábamos por mi insistencia de tenerla a lado por más que eso nunca se lo dije, al estar cerca de su casa le propuse un café, ella me lo rechazó pero me dijo que una hamburguesa estaría bien, yo pensaba que me equivocaba mucho respecto a Fernanda, no era la típica mujer de tomar un café, de hablar del mundo o simplemente de tratar de hacerla sentir diferente.

Cuando nos sentamos uno frente al otro reconocí esas manos delgadas que me prometían un antes y un después en mi vida, a ese amor torpe que se deslizaba en ese aire que año tras año me había hecho pensar que todo lo anterior no era más que un preámbulo para conocerla. “Lo amo” la escuché decir emocionada de su pareja, me lo decía clavándome sus pupilas, como advirtiendo, como avisándome que nada era como antes, o mejor dicho que nada era como nunca fue, entonces mi defensa fue decirle que de amor ella sabia tanto como yo de botánica, que dejara de hablar tonterías y que por favor no anduviera con chistes, Fernanda me miraba maliciosa, parecía que buscaba sacarme de mis casillas, arrancarme algo que ninguno de los dos había dicho. Yo le decía que lo que sentía no era amor, sino era la típica emoción que se siente por alguien a quien se quiere, ella ironizaba y me recriminaba por esa manía de hablar como si tuviera siempre la razón, “Acaso alguna vez has amado?” me lo dijo de una forma que me sentí confundido. La miré, volteé y observé las calles desde ese asiento, veía los autos moviéndose de un lado a otro y le dije que las mujeres exaltaban el amor demasiado, eso la enfureció mucho y me respondió que era un estupido, “Quizás lo soy pero tú no lo amas” “Y tú qué sabes de lo que yo siento” Entonces el que se sintió furioso fui yo y le respondí que perdía mi tiempo con ella, “Pues tú insististe en acompañarme” me contestó furiosa.

Nos quedamos en silencio unos minutos, no nos mirábamos, era inútil hacerlo a estas alturas, eran dos años tirados a la basura y era demasiado tarde para que alguno de los dos confesara, entonces me di cuenta que de repente me equivocaba, que después de mucho tiempo quizás era yo el que no tenia la razón, y si lo amaba qué? Acaso cambiaria algo, y si lo amaba entonces yo dónde carajo quedaba? Todo se me vino ferozmente y me di cuenta que por primera vez en mi vida me sentía celoso, era tan desagradable y a la vez era tan nuevo sentir eso que quise salir de ahí y no volver a verla nunca mas, sí eso seria lo mejor, era demasiado tiempo invadiendo, quitándome pensamientos, recuerdos, palabras…

“A Lucia la quiero mucho pero no ando diciendo que la amo cuando no es verdad” “Sigues con eso?” “Es que me molesta la ignorancia de las personas” “De qué hablas? Acaso tú eres el único perfecto” Me lo dijo secamente mientras por dentro el vació se agrandaba por segundos, por cada mirada que le daba a sus manos, a esos ojos marrones pequeños, quería decirle que se podía largar, que yo me quedaría ahí porque la noche estaba tan pesada que no me daban ganas de ir a casa.
El silencio volvió a prolongarse por varios minutos, hasta que ella me dijo “Y tú no tienes nada qué decirme?” Entonces la miré como si mirase una pared “No entiendo” le respondí secamente porque ya había sido suficiente de tanto pelear, habían sido dos años de nada, dos años de perder el tiempo pensando en ella, ni Lucia se lo merecía aunque ella sabia perfectamente eso, no, definitivamente ella no tenia derecho de amar a alguien y restregármelo en la cara y yo tampoco tenia porqué estar ahí con ella cuando Lucia esperaba hace media hora mi llamada. “Espero que seas muy feliz con él, sabes que siempre quiero lo mejor para ti” “Yo lo sé y es por eso que te lo cuento, porque eres mi amigo…” Diablos otra vez un golpe bajo, otra vez la cordialidad puede ser tan jodida, entonces le dije “Claro que sí y por eso no quiero que te decepciones después creyendo que fue amor, aunque ahora por lo menos te das cuentas de algo” “A qué te refieres?” Entonces era el momento perfecto para la venganza, no había que esperar más “Porque cuando te conocí me enamoré de ti y eso tú lo sabes” Ella se puso nerviosa, había en el aire una cierta turbulencia y parecía que no existían alrededores. Era tarde, pero quizás no lo suficiente para huir o querer que los dos años retrocedan y saber qué hubiera pasado si…

“Y ya no lo estas?” me lo dijo temblorosa y yo sabia que mi pequeña venganza había funcionado, “No, claro que no, quiero mucho a Lucia” Se lo dije como si su pregunta no hubiera tenido importancia, como si fueran ridículas esas palabras, entonces nuestros ojos se perdieron en diferentes lugares, mientras nuestros celulares timbraron. No le dije que era Lucia así como ella tampoco me dijo que era él. Entonces nos levantamos del asiento y caminamos hasta su casa sabiendo que cuando pasara el mes se volverían tres años de lo mismo…

“Cuídate mucho” “Tú También”. El cielo se tragó un año más y nada cambió, por lo menos yo sabia que el olvido no existía y mucho menos se podía dejar de lado, todo eso lo pensaba mientras Lucia no dejaba de molestar en el celular cuando yo no quería hablar con nadie…