sábado, 17 de octubre de 2009

Todo comenzó con su piel pintada...



Era verano en la calle cuatro de González Prada, el sol despertaba siempre violento sobre las ventanas, en especial sobre la mía. Era domingo uno de esos días que se siente como en un precipicio porque falta poco para caer en el lunes y el colegio, el cansancio… Era febrero, un mes muy amarillo y en especial mojado, sí mojado porque era época de los carnavales.

Ella era una niña, sí, niña porque a sus catorce años la vida sólo le había dicho que no se preocupara por nada por lo menos hasta los veinte (Y definitivamente fue así).

Yo amanecí ese día como todos los fines de semana, aliviado por no tener que ir al colegio. Recuerdo que ese día tomé desayuno tranquilo, vi en la televisión una caricatura que no recuerdo bien y luego salí porque mi amigo Julio me esperaba para ver qué idioteces hacíamos. Al llegar a su casa me recibió muy preparado para una lucha, tenia puesto un polo verde y en cada uno de sus bolsillos había bolsas de globitos de carnaval, yo lo miré como diciendo “Estas loco?”. A pesar de ser muy joven yo no había jugado carnaval desde hacía mucho tiempo, creo que era en esa época cuando mi mamá me tenía que ayudar a cruzar la pista y luego de eso los febreros los pasaba encerrado en mi casa. Pero ese año mi gran amigo había decidido jugar carnaval y yo tenia que seguirlo porque la amistad es hasta la muerte, además era eso o estar en mi casa limpiando mi cuarto, así que sin haber una tercera opción salimos con dos globos llenos de agua cada uno. Yo por dentro me decía que no tendría el valor de lanzarlo a una chica, además a esa edad las mujeres no son importantes porque siempre hay fútbol y eso sí que me era divertido. Cuando doblamos la cuadra dirigiéndonos al mercado, de una quinta (que hasta el día de hoy existe) salió una banda de payasos, por lo menos esa fue la primera impresión que tuve porque se notaba la mezcla de colores que tenían en la piel. Mi primera reacción fue lanzar los globos pero como siempre he sufrido de mala puntería uno le cayó a Julio y los demás a la pared, entonces era mejor correr porque sino no habría oportunidad de salir limpio de ahí. Lastima que Julio no tuvo esos mismos reflejos porque entre tres mujeres (Recién ahí me di cuenta que lo eran) lo agarraron bañándolo literalmente de tantas cubetas que tenían, él se perdía en esos mares de brazos que lo pintaban sin compasión. Pues como lo di por muerto a mi amigo decidí escapar para que no haya otro caído, además él me entendería por eso de la amistad y etc.

Tuve que darle la vuelta al mercado para llegar a la cuadra y cuando doblé para ir a casa observé que Julio (lo que quedaba de él) venia caminando señalándome. Yo me acerqué riéndome porque lastimosamente no podía hacer otra cosa, realmente era muy chistoso verlo de verde con azul y rojo y negro y colores que hasta pensé desconocidos, él me agarró del polo y me dijo: “Esto no se quedará así, Nos vengaremos!!!” Yo quise decirle que lo había dicho mal, que la verdad él era el único que se tenía que vengar, pero parece que lo pronunció bien ya que sacó dos baldes de agua y se dispuso a llenar globos y globos hasta que cada uno tenía una artillería digna de una venganza. Así que salimos caminando, él decidido y yo todavía pensando por qué lo había dicho en plural eso de vengarse. Cuando llegamos a la quinta esa, las vimos ahí conversando, eran un grupo de ocho chicas, algunas estaban de espaldas y otras distraídas, entonces los dos aprovechamos ese instante y comenzó el vuelo de los globos sobre ellas, en ese momento me sentía ganador y tenia la confianza de que éramos invencibles, pero para mi sorpresa atrás de nosotros aparecieron de la nada cuatro de ellas que eran las que tenían las pinturas, así que intentamos escapar pero nos cogieron de los polos y las que estaban dentro salieron con los baldes que habían llenado y entonces pensé que Julio debió haber dicho todo en singular y nunca en plural.

Cuando yo sentía que mi cabello era manchado y mi rostro era tapado por varias manos que me ensuciaban, intenté escapar y lo logré, corrí pero una de ellas me siguió, tanto así que se puso al frente mío impidiéndome seguir. Su rostro era una mascara de pintura y su polito con su short estaban de mil colores, se podría decir que no se veía nada de ella, pero lo supe desde el principio, era la niña mas linda del universo, estaba segurísimo de ello, se me vinieron a la mente muchas preguntas, se volvió a despertar eso que nació cuando besé por primera a una niña cuando tenia siete años, se me vino esta inquietud y esta tristeza por ser tan feliz, estaba confundido… Fue por eso que no me quedó otra que dejarme capturar, me pintó y me bañó mientras por dentro yo le agradecía a Julio por incluirme en su venganza.

Para que no se vaya yo me cogi de una cadenita que tenia y ella se sostuvo con fuerza de mi polo, le decía que si no me soltaba lo rompería y ella me decía que si no la soltaba ella rompería el polo, era uno de esos chantajes mas mentirosos que podían haber y eso lo sabíamos porque en esa tarde de febrero, un niño de catorce años se encontró con una niña de catorce también, entonces como nadie cedería y el anochecer se venia acercándose tanto que nos amenazaba con acabar todo de golpe, los dos decidimos que pase lo que pase ninguno de los dos se soltaría, entonces pasaron los minutos tan rápido que Julio ya estaba con las demás chicas sentado, conversando muy amenamente porque para ellos ya había acabado carnaval, pero para mí y para ella aun no. Quien soltaba perdería, entonces le dije que quería saber el nombre de mi victima y ella me dijo que se llamaba Marita, ella me dijo que quería saber el nombre de su victima también y yo le dije que era Ronald (aun no me llamaba andrés). Todos nos miraban gritando que era un empate y que nos fuéramos a sentar, pero nosotros sabíamos que ninguno lo haría.

Anocheció y ese día Julio sacó más teléfonos que los que tenía en toda su agenda, mientras mi victima-captora y yo seguíamos jugando en esa noche de febrero a que los dos habíamos ganado.