jueves, 8 de octubre de 2009

Ya ni miro el cielo cuando hace ruido



Lucia se lamenta conmigo porque no quiere irse de viaje, ella pretende que sus padres la dejen en paz y si es posible hasta los quiere mandar a la mierda con tal que la dejen vivir como ella quiere. Yo le digo que sea comprensiva, que a veces las cosas difíciles nos llevan a rumbos destinados. Pero Lucia no quiere oírme y hasta se molesta conmigo por esa asquerosa lógica que desprendo de mis labios.

Aunque a veces Lucia es una chica impulsiva, muy dentro tiene esa ternura que puede conmover a uno hasta el punto de querer abrazarla por horas. Ella odiaba los amaneceres y peor aun odiaba cuando unos pajaritos negros se posaban en su ventana en el instante en que ella se peinaba para irse a clases. Yo la había conocido de camino al trabajo dentro de un colectivo naranja y ella como me decía a veces me había conocido a mí en un martes mentiroso. Muchas veces al intercambiar datos nos dábamos con la sorpresa que nuestro encuentro estaba destinado aun antes de nacer. En aquel entonces ella estudiaba psicología en una universidad muy cara mientras yo me ganaba la vida en una oficina que me imponía una computadora y buena ortografía. Muchas veces a la hora del almuerzo caminaba por la avenida Pardo con un libro en la mano esquivando a las personas mientras diez minutos antes Lucia ya había cruzado ese mismo camino para irse a su casa.

Ella había tenido dos enamorados muy serios y con uno soñó casarse hasta que un día despertó y se dio cuenta que su vida no tenia nada de cuentos hadas y terminó con él diciéndole que la maldita culpa la tenia ella. Por mucho tiempo recorría el malecón pensado que algo estaba mal en su vida, que había una línea que se desprendía de su renglón y no sabia cómo detenerlo. Durante mucho tiempo se alejó de sus amistades y se pasaba horas escuchando a su hermana menor contarle sobre lo que significaba la palabra: “Separación”. Sus padres la querían mucho, aunque ese amor por separado a ella le causaba una nausea y un profundo rencor dentro suyo. Es por eso que una tarde decidió fumar y a la siguiente escuchar música a todo volumen.

En horas de clases ella era una alumna muy aplicada que daba cátedra sobre Piaget y Freud y podía describir lo que pasaba sólo con mirarte a los ojos. Fue por eso que cuando la conocí, ella supo que yo andaba muy zafado y peor aun me dijo que andaba loco por alguien, quizás un amor no correspondido o un amor en silencio. En ese momento casi la aplaudo pero en vez de eso por venganza le respondí que ella no andaba bien y que tras esa sonrisa y forma extrovertida de ser, ocultaba una gran desolación hasta el punto de poder llorar en cualquier momento. Ese día decidimos que era un empate y llegamos a la conclusión que deberíamos vernos todos los días.
Por las noches caminábamos por las calles miraflorinas conversando sobre el pasado y sobre lo triste que puede ser un verano cuando acaba. Lucia nunca me creyó que ya no quería a ese antiguo amor que ella había descubierto, tal vez porque ya me conocía lo suficiente para saber que el querer no tiene limite en uno y aunque yo estaba seguro que ella me quería completamente algo muy dentro mío estaba seguro que lo de nosotros no duraría por mucho tiempo.

Luego de unas semanas ella me dio la razón al contarme que sus padres venderían su casa y cada uno se iría a destinos diferentes y fue cuando pronunció “Buenos Aires” que sentí un vacío tremendo que lo único que quise fue buscar a mis amigos y tomar cuantas botellas de vino podían existir en una tienda. Luego de eso las peleas fueron tantas y no por su partida sino por mi calma que en mi rostro se pronunciaba y que ella detestaba al punto de abandonarme por una semana entera sin darme una pista ni nada y aunque mi orgullo no me dejó buscarla e hizo que llamara muchas veces a aquella chica que ella odiaba por ser mi pasado, yo igual la seguía extrañando como se extraña un momento de felicidad…

Luego el destino que tantas veces habíamos maldecido nos hizo juntarnos por aquella avenida Pardo a una hora en el que jamás habíamos pasado por allí. Luego de ese día no podíamos separarnos quizás porque ya había fecha en que su partida seria inevitable y porque muy dentro todo era tan injusto. Ya por aquel entonces nos quedábamos hasta muy tarde en mi oficina porque yo era el que tenía la llave y se volvió el único refugio para sentirnos nosotros mismos. Muchas veces ella lloró en ese sofá de las tantas caricias, muchas veces yo traté de quererla como se quiere un recuerdo bonito, pero el presente me aplastaba a tal punto que lo único que podía hacer era escribir durante horas y horas.

Lucia se marchó un dieciocho de marzo del 2004 en un avión que partió a las 23:45 del aeropuerto Jorge Chávez, ese día no paré de maldecir muchas cosas y aunque en mi garganta tenia una gran desazón, muy en el fondo me sentí un poco feliz, quizás es esa felicidad que se siente cuando descubrimos lo tan triste que podemos ser de un día para otro, y mientras esa soledad se imponía cubriéndome los ojos negros, supe que desde ese momento en adelante Lucia seria aquella chica terca que odiaba los pajaritos negros sobre su ventana…

13 comentarios:

gitanilla dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
gitanilla dijo...

si que cuentas bien ...y mas aún tus amores pasados

en fin....el mañana siempre estará presente , el futuro de lo nuevo es una alegría

naa esa parte de expresarme peké de exagerada, siempre me he exprasado

saludos

¿Lesbiana? dijo...

Quizás lo mejor sea recordarla asi. Pero a mi me funciona mas recordar cosas variadas, porque los hyumanos somos complejos.

Anónimo dijo...

Tan lindo escribís..

Ahora te tengo más cerquita..
Estás en mi face ♥

Veralucia dijo...

Yo soy Lucía,
yo me lamento contigo,
yo me quiero ir,
soy impulsiva,
tierna? jajaja no lo sé...
no me fui un diechiocho de marzo del 2004 pero nací un dieciocho de marzo años antes.

jajaja lo siento Lucia,
me identifiqué.

:] un gusto leerte como siempre.

Anónimo dijo...

Andaaaaaaaaaaaaa......
SOMOS PATAS SAC.

lol dijo...

haci tiempo que no habia podido pasar por tu blog complice perdoname ... te extrañe muchisisimo. y como siempre muy bueno.

no hay como buenos recuerdo, cosas que gudaras siempre en tu mente y sobre todo en tu corazón.

te quiero complice

besos saltarines (jejeje)

Iván dijo...

Un excelente relato, muy bien relatado.
Me gusto mucho.

BEATRIZ dijo...

Hola Andres,

Linda remembranza, cuando uno descubre presencias que duran como estas, llega el momento en que se vuelven más intensas, huele nostalgia.

Me gusta la frescura con que narras.

Saludos

Joaquin dijo...

Hola qué tal? estuve viendo algunas cosas en tu blog. Trabajo con posicionamiendo web y tengo una propuesta de publicidad : 50 euros cada mes por incertar pequeños links de nuestros anunciantes. Son 50 euros mensuales para cada blog que se registre con nosotros.
Saludos -comunicate-

gitanilla dijo...

Hoy es día de tomar conciencia..en realidad lo debe ser siempre pero bueno ....

BLOG ACTION DAY ....cambio climático ! hacer algo x nuestro planeta

Jud dijo...

Y después de tanto tiempo Lucía no volvió ningún martes más, ni volvió a odiar amaneceres (bueno, tal vez sí un poco), no andó por esa calle ni volvió a pisar ese aeropuerto, pero estoy segura de que en el fondo seguía extrañando esas carícias (tal vez clandestinas) en el sofá, y hablar durante horas, y ver las olas chocar contra las rocas pensando en cuán dificil sería todo cuando ella se fuera. Siempre me pasa lo mismo, renovaré más a menudo porque siempre que no lo hago extraño de una manera terrible lo que escribes <3

Lucía tal vez es ahora otra mujer con otro nombre, y está cerca de ti...

Anónimo dijo...

escribss mui lyndoo !! =)... sta historia tamb m gustoo ... no tienen un final tan felizz pero es otra Historiaa en eL LiBro d tu vidA en la k ziempre stara plasmada!! ...i habra muchos mas destinos que se encuentran y se separann !! i se kedan ! ..