viernes, 26 de diciembre de 2008

Carta de un cobarde orgulloso a ellas en una


Quiero comenzar esta carta diciéndote que todo lo que te escribiré aquí lo digo de corazón (aunque no creo que ese órgano pueda tener sentimientos como dicen por ahí)।

Por esta presente quiero ser muy sincero y por fin disculparme (aunque no deba hacerlo) por las muchas veces que no pude decir esa palabra que debí haber dicho muchas veces…
Yo sé que ahora después de años, de tantisimos años ya todo esto no tiene ningún sentido, lo sé y eso es tan simple saberlo ya que ninguno de los dos nos seguimos queriendo como antes (si es que alguna de las tantas veces me llegaste a querer). Por mi parte ya no siento ni una pizca de lo que antes sentía por ti, aunque estoy seguro que siempre te querré (así es el amor cuando no lo es).

Por mucho tiempo me puse a pensar por qué fui tan tonto, por qué cuando te quise no pude exteriorizar todo lo que sentía como cualquier ser humano normal. Yo nunca he tenido miedo a la mayoría de cosas que los demás pueden temer, jamás me asustó la oscuridad, las peleas, la mala suerte o hasta mi propia muerte, pero cuando se trataba de ti todo mi piso se volvía arenoso, era uno de esos pocos momentos en que no sabia qué hacer con mis manos, en el que el bochorno se subía a mi cara a fastidiarme, escuchaba tu voz y por primera vez ese jodido órgano latía fuerte, si pasabas por mi lado y nos mirábamos de reojo yo era un muñeco que trataba de parecer normal, cuántas veces fui tan idiota? Cuántas veces pasé noches enteras pensando en ese encuentro de nuestros labios que jamás se dio ni se dará…

La primera vez que te conocí fue cuando tenia catorce años, fuiste mi primer amor y en esos dos meses que duró mi ilusión nunca pude decirte que “me encantabas” como mujer, como la niña mas linda que había conocido hasta ese momento, simplemente dejé que pasara los dos meses y sin querer (o quizás queriendo) nos volvimos los mejores amigos. Luego te volví a encontrar unos tres años después cuando hacia mi confirmación, en aquella ocasión ni siquiera pude acercarme a hablarte por mas que siempre me mirabas y parecía que también querías conocerme como yo a ti, pasaban semanas y semanas y jamás supe tu nombre de tus labios, me conforme con indagarlo por tus conocidos, otra vez me había quedado con la desazón de la soledad antes de imponérmela.

Al año siguiente volviste a aparecer y aunque ahí tuvimos una pequeña charla e intercambiamos algunos datos, jamás volví a acercarme a ti otra vez, no creí necesario o no me sentía cómodo al pensar que cada vez que me podía acercar ibas a pensar que quería enamorarte (cosa que era verdad) y eso en el fondo me molestaba muchísimo.

Luego de eso me puse a meditar que a parte de esa “cobardía” que me acompañaba siempre en esos casos, había algo más que se volvía mucho más fuerte dentro mío y era que tenia muy grande el orgullo, pero entonces fue cuando te volví a encontrar con mas violencia que nunca, yo me acerqué a ti con una excusa y te hablé, tú me mirabas con esos ojos miel y movías tus manos que eran las mas hermosas que había visto (hasta el día de hoy) en toda mi vida… Nos hicimos amigos y poco a poco fui descubriendo que me había enamorado de ti desde esa primera vez que te vi, pero otra vez no te lo confesé, todo el mundo lo sabia, todo el mundo se daba cuenta de la cara de idiota que ponía cada vez que estabas a mi lado y aunque tú también lo sabias yo nunca me atreví a confesarte que estaba rendido ante ti, sino que mas bien ponía excusas sobre lo inmadura que eras, por eso nos peleábamos una y otra vez como niños malcriados, pero nunca pude sacar esas palabras que todo mis amigos me reclamaban que te dijera… creo que fue un año después cuando me enteré por una amiga tuya que tú también me querías y que por ese orgullo y miedo de mujer (ese miedo que no las dejan declararse a un hombre que les gusta), tampoco me confesaste que yo te gustaba, cuando me enteré ya era tarde, otra vez no pude o no se pudo y yo me sentí perdido y muy triste.

Luego de eso mi vida se volvió una montaña de subidas y bajadas, cambié un poco y en parte seguí siendo el mismo tipo de siempre. Recuerdo que otra vez me topé contigo por el trabajo y nos hicimos buenos amigos, aunque poco a poco comencé a sentir por ti un gran querer, estaba dispuesto a arriesgarme, a darlo todo pero no pude… tú tenias enamorado y aunque muchas veces me dijiste que lo dejarías para siempre para estar sola (eso significaba estar conmigo, pasear y abrazarnos) yo no pude ser como debía e hice todo lo posible para que no acabes con tu relación y por eso me alejé de ti, jamás te dije que te quería, jamás permití que me lo dijeras tú, yo mismo me maté con mis palabras y luego de eso, por primera vez sentí las ganas de aprender a jugar sucio como todos los demás para por fin algún día tenerte (aunque dudo que yo pueda ser así).

Pero pasaron los meses y no sé si te he vuelto a encontrar, no sé si sigo siendo el mismo o ya no me importa lo que suceda, quizás ya cambié y no me he dado cuenta que estas a mi lado o tal vez cuando aparezcas de nuevo me haré el tonto o el amigo lejano, seguro renunciaré otras mil veces más para que seas feliz o en el peor de los casos mi orgullo te desechará como tantas veces lo hizo.

Quiero acabar esta carta diciéndote que el amor es infinito hasta que acaba y por eso muchas veces fuiste infinita para mí. Jamás te olvidaré porque los recuerdos la mayoría de veces se vuelve más fuerte que el mismo querer y yo sé perfectamente eso… lastimosamente…

domingo, 21 de diciembre de 2008

No todo lo que se ama es el amor


Aquella mañana intenté no pensar en ella. Es realmente frustrante para mí dejar de hacer ciertas cosas que en el fondo deseo con toda mis fuerzas, y no, no es que no pueda estar sin sus ojos o esos labios que alguna vez estuvieron en los míos, simplemente es que siento que estoy cayendo en la misma trampa de siempre que es la de nunca olvidar… Porque yo jamás he podido olvidar definitivamente a todas las mujeres que han pasado por mi vida ya que en cierto sentido son inolvidables y hasta podría decir... irreemplazables, porque cada una a tenido un mundito que no ha sido derrumbado por nadie, y lo hablo en general, hablo por mis “ex” como de mis aventuras de una noche o de semanas, hablo por cada instante en el que pude ser más que un uno mal parado, en el que pude multiplicar mi soledad con la soledad de alguien mas, y esto no quiere decir que a todas las siga queriendo aun, no, es que simplemente esos “instantes” que llamamos “recuerdos” se vuelven más fuerte que cualquier cariño que pudo haber. Me es tan difícil deshacerme de todo eso y hasta he llegado en muchos casos de obligarme a seguirlas queriendo por el simple hecho de que no me atrevo a perder todo lo que llegué a sentir, así que me aferro a sus fotos, a recordar paso por paso cada lindo y excitante momento que viví en alguna calle o lugar escondido, llego al extremo de seguir escuchando las mismas canciones patéticas de esas épocas y desde hace un par de años lo que hago es escribir sobre algún momento cumbre que tuve con algunas de ellas, y mientras avanzo con mis dedos en el teclado es como si ese “instante” hubiera resucitado en mi cabeza tan vivamente que cuando termino de escribir siento que el pasado se volvió un presente abstracto y con marcas fuertes.

Yo sé que el amor nunca será perfecto y que vive gran parte de si mismo en la agonía del cansancio y es mas… estoy plenamente convencido de que no existe “La persona ideal” para cada uno de nosotros, realmente es terrible pensar eso, tener esa idea diabólica de que hemos sido destinados para esa única persona y que el universo conspirará para que ese encuentro tarde o temprano suceda. No, jamás creí en ese amor de los poemas de Neruda, nunca me tragué la charlatanería de Romeo y Julieta muriendo estúpidamente, y no niego que en parte es menos complicado pensar que la vida es así. Yo creo firmemente que estamos hechos de esos instantes en que logramos trascender de esa asquerosa cotidianidad de todos los días. Yo sé que amaré a muchas como he amado antes, quizás al final me case y tenga tres hijos, una mascota y muchas deudas o si la vida me quiere dar algo diferente quizás me quede solo para siempre y en parte quizás es lo que en el fondo deseo, creo que amo demasiado mi soledad para empeñarla en un papel, además porque tengo la seguridad que hay personas que han nacido para quedarse solas hasta el final.

Por eso desde hace unas semanas decidí dejar de escribir, ya no mirar más fotos en la computadora y de ir borrando muchos teléfonos de mi agenda. Ahora me he dejado crecer un poco la barba, ando usando más seguido mis lentes y me he cortado el cabello. He comenzado a tapar mi timidez con una mascara de indiferencia, porque si miro a una chica y me parece simpática entonces me le acerco iniciando una conversación estupida tratando de descubrir si vale o no la pena. Poco a poco me he alejado de mi entorno y cada vez sé menos sobre la vida de mis amigos, casi no estoy en casa durante la semana y poco a poco he ido durmiendo menos. Ya no me alimento a mis horas y me está preocupando cada vez más de no encontrar a alguna persona verdaderamente inteligente con quien poder conversar sobre el mundo y sus caprichos.

Como verán he ido reemplazando mis caminatas de recuerdos de aquellos amores con caminatas sobre el futuro negro que quizás se avecina.

Aunque tal vez de aquí a algunas semanas vuelva a lo de antes, quizás me encuentre con algún amor de ese pasado y de nuevo vuelva a esa molesta manía mía de recordar todo eso tratando de alargar poco a poco lo que ya se murió hace mucho, quizás por eso lo único importante en estos momentos para mí es mi soledad, mi torre que se va construyendo cada vez mas lejos de todos. Y eso no quiere decir que me haya vuelto un antisocial o un renegado ante los demás, no, para nada, es más, quizás si alguien que me conociera me hablara en estos momentos pensarían que ando de un mejor humor y hasta podría contarles que hace algunas semanas he conocido a una nueva chica que me parece muy interesante y por eso deseo conocerla cada vez más...

Lo que finalmente quiero decir es que sigo siendo el mismo tipo flaco que no se convence de que la vida es así como aparece ante mi vista, quizás nadie me entienda, quizás aburro y la verdad eso me importa tanto como la mortalidad del mosquito, simplemente quise escribir un rato y como ven me salió esto…

martes, 2 de diciembre de 2008

Hasta que el olvido me mate



Ella me dice que me odia, me lo dice con letras cursivas en un correo electrónico poniendo como titulo “Ingrato”. Ella comienza el mail hablando de cosas banales, del tiempo en Buenos Aires y sobre lo aburrido que puede ser esa ciudad cuando ya pasaron más de dos años. Poco a poco me va insinuando lo desesperada que se encuentra por la distancia y eso de que Lima es horrible pero igual se extraña el caos y la comida tan barata que resulta atractiva. Pasan las líneas y los reproches se hacen presentes “No pensé que ser agente de viajes quitara tanto tiempo” y prosigue con: “Qué tan difícil puede ser escribir un saludo cuando se tiene una maquina ocho horas al día”. Termina insultándome con cariño “Como se dice por aquí, Espero que no seas tan boludo y no olvides que existen personas que algunas vez existieron en tu vida”.
Cierro el correo y miro los cristales opacos de la oficina, busco reconciliar el pasado con mi vida y no encuentro alguna línea que me una o que simplemente me haga recordar cómo es que quise tanto y a la vez tan de mentira.
Luego de dos horas vuelvo abrir el correo y nuevamente examino cada frase y encuentro que ahora escribe con palabras como “Vos” y “Sos” y recuerdo que ella me juro mil veces que jamás se dejaría influenciar por eso. Quiero entender porqué del mail, hace casi un año de no saber nada, ella no es la misma y mucho menos yo, ella es madre y yo sólo soy un tipo solitario que no quiere molestar a nadie, entonces dirijo el mouse a la opción de Respuesta y comienzo una pequeña carta que resulta ser sólo un pequeño cuento dedicado a ella:

“Había una vez un muchacho que andaba en un bus leyendo un libro que hace mucho ya no ha vuelto a leer, iba pasando las hojas pensando en una muchacha que hacía un par de años seguía queriendo para siempre, en eso iba aquel muchacho cuando apareció otra muchacha despistada y los dos coincidieron que hay oportunidades que no se pierden. Entonces pasaron las semanas y los dos iban encontrando que ese verano podría volverse en otoño y quizás hasta en un invierno juntos, pensaron que para ser tan distraídos eso podría funcionar a pesar que el muchacho no olvidaba a nadie y que aun así la quería tanto a ella que hasta creyó que seria eterno, pero una de esas cosas que la vida tiene y que no pierde la oportunidad para joder decidió que era mejor llevarla a ella muy lejos, alejarla de todos y desde luego de aquel muchacho que quedó con la cara de idiota pensando que peor suerte ni un gallego podría tener, pero igual el orgullo era un salvavidas y él lo supo bien y la fue a despedir a la muchacha en el lugar de siempre diciéndole que no la olvidaría y que para eso existen los correos y el teléfono. El avión cruzó fronteras y el sur se volvió un lugar medio rencoroso, los meses pasaban y nunca un correo aterrizó, hasta que después de muchas semanas ella lo hizo pero insultándolo y diciéndole que su vida iba por buen camino y que hasta pelirroja podía ser ahí, él leyó mil veces el correo y tomó tantas botellas de vino como pudo acompañado de sus amigos que no entendían nada y que aun así le decían “Salud”.
A eso pasaron casi dos años hasta que una llamada de aquella muchacha lo citó en el mismo lugar de siempre, había vuelto en el mismo avión que se fue, él intentaba entender eso y mientras más lo hacia sólo estaba claro que tenia curiosidad por ver el color de su cabello, así se vieron y ella ya no estaba pelirroja sino negro azabache y cuando se vieron él quiso no estar ahí porque no tenia nada que decirle, ella fue la única que habló y él como siempre escuchaba, era bueno para eso y con ella lo hizo con una paciencia que parecía que no tuviera nada más que oídos. Hasta que la muchacha le confesó que sería madre y que Lima estaba igual, él pensaba que Lima siempre sería igual y que no había peor momento para que ella dijera esas palabras, la abrazó con cariño, ahora si sentía que no le debía nada, ni siquiera eso de sus llantos, ni de que haya querido siempre a otra, ella lo miraba y le decía que no se preocupara que no le pediría que fuera el padrino a lo que él pensaba por dentro que cuánto costaría una botella de vino en algún bar.
Ella se marchó y con un beso le hizo prometer que le tendría que escribir siempre a lo que el muchacho le decía sí a todo con una sonrisa que parecía eterna para ella, entonces había un final a lo que él mentalizaba “Que rápido fue todo…”

(Cuando terminé de escribir el cuento, encendí un cigarro y volví a mirar los cristales que me parecían que iban a desaparecer con mis ojos y entonces acabé el correo con una Posdata)

P.D. Entonces pequeña mía. Linda madre de un extraño. Querida compañera de un verano muerto. Dónde puedo guardar mi ingratitud para no ser así contigo, besos y abrazos como antes y a la vez que extraños fuimos, “no mí sos?”

Apreté Enviar y supe que no volvería a saber de ella en un buen tiempo más y me entristecí porque siempre me había hecho reír sus palabras, el modo de confundir una película con su pasado y terminaba resultando Audrey Toutou en un cine Miraflorino.
Iba a ser mi compañera lejana y yo seria el mismo tipo solitario que no necesitaba hablar con nadie, solamente tomar un vino con sus amigos que no estaban por ser un viernes a medianoche, con ese frió que lo único que hacia era despeinar mi tristeza con ese cigarro que detestaba por ser fin de año y por no ir fumando un Lucky Strike